Caminar la calle fue por décadas la estrategia de los políticos bonaerenses para hacer campaña y tener un vínculo más cercano con sus vecinos. Incluso el marketing que Durán Barba le vendió al PRO incluyó a los “timbreos” para simular el contacto perdido por la mediatización publicitaria. Poco de todo eso parece importarle al intendente de San Nicolás, Santiago Passaglia.
En una arriesgada maniobra, el Jefe Comunal de San Nicolás decidió ponerle su propia cara al chatbot para responder trámites y reclamos vecinales. De ahora en más, “Nico”, el antiguo robot que simulaba una conversación con un usuario será reemplazado por SantIA, un avatar creado por Inteligencia Artificial que representa al intendente local Santiago Passaglia para “facilitar la gestión de trámites municipales, reclamos y solicitudes de turnos para los nicoleños”.
¿Una IA con la cara del intendente o un intendente al que mirar a la cara?
Las voces de los nicoleños se dividieron entre quienes celebraron la innovación y aquellos que consideran que un chatbot solo sirve para despersonalizar la atención que históricamente realizaron los empleados municipales.
“Llegué a la municipalidad para ayudarte, sacar turnos y esas cuestiones. Estoy disponible por whatsapp y también dando vueltas por la Ciudad. Chau, un gusto conocerte”. Así, se presentó la versión virtual del intendente San Nicolás en las redes sociales, luego de una secuencia en la que se veía a un Santiago Passaglia de carne y hueso cansado de contestar mensajes en una computadora.
“El motivo es sencillo: representa el compromiso de la actual gestión de gobierno por facilitar la interacción con el ciudadano y llevarle respuestas concretas” indicaron desde la gestión municipal.
Para otras voces, la idea es pésima y hasta narcisista. “Si el bot no puede resolver los problemas del usuario la bronca va contra la imagen de Santi. Santi querido, cambiá de asesores ya” comentó una usuaria en una publicación de un medio local.
Para bien o para mal, los vínculos humanos con versiones digitales de otros humanos o seres artificiales ya no son ficciones de un capítulo de Black Mirror. Su uso en política es prematuro y llegó para quedarse. Pero sus posibles resultados son una gran pregunta abierta.