El viernes 16 de septiembre se celebra en nuestro país el Día Nacional del Almacenero para homenajear a los vecinos y vecinas del barrio que cumplen este rol fundamental, que va más allá de atender un negocio.
El ida y vuelta entre los almaceneros y los clientes es mucho más que eso: en la mayoría de los pueblos y hasta en las ciudades, es un punto de encuentro entre vecinos, para intercambiar ideas, saberes y organizar cuestiones del barrio. Los almaceneros, de así desearlo, conocen a todos los vecinos, los nuevos, los que se van, los que vuelven al barrio y los que están de pasada.
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Esta fecha busca poner en valor el servicio a la comunidad de los y las almaceneras. Su orígen en nuestro país se remonta a la inmigración y a los europeos que escaparon de la guerra durante la primera mitad del siglo XX. Estos que buscaban en este oficio, además de un trabajo, integrarse al barrio y al resto de los ciudadanos.
Llamados también polirrubros o boliches, los almacenes se caracterizan por tener de todo y también por la cercanía y la confianza. Ejemplo de ello es la clásica y conocida libreta en la que los almaceneros le solían anotar a quien pedía fiado, cosa que en los grandes supermercados no fue ni es una opción.
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