La noticia local del diario El Litoral decía: “Restaurarán cuatro cabines abandonados en la ciudad de Santa Fe para emprendedores“.
Un título importante para pocas personas, pero mucho para quienes valoran la conservación de monumentos históricos que de otro modo serían demolidos, perdiendo gran parte del legado cultural, del que el ferrocarril fue y es un pilar importante.
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Sin embargo la trascendencia a nivel nacional de esa información santafesina no vino a partir del contenido de la noticia, sino que se viralizó a causa de los comentarios iracundos e intolerantes de lectores que en Facebook creyeron que cuando el diario usó la palabra “cabines” estaba intentando decir “cabinas”, pero apelando al lenguaje inclusivo.
El nivel de agresión de las respuestas fue tan desproporcionado que otros lectores tuvieron que salir a explicar el origen de esta poco habitual terminología para la época actual, y así demoler la supina ignorancia mezclada con odio, hacia lo que creían se trataba de una modalidad que estas personas intolerantes detestan.
El contenido de la noticia de Santa Fe agrega: “El ministro de Desarrollo Social, Danilo Capitani, mantuvo este lunes una reunión de trabajo con el vicepresidente de Trenes Argentinos, Martín Gainza, para acordar el plan de restauración de los cabines ferroviarios”.
EL PEOR CÓCTEL: DESCONOCIMIENTO Y PREJUICIO
Los comentarios eran en esta línea: “CABINES?????? DESTRUYEN LA LENGUA Y NI SE DAN CUENTA DE IGNORANTES QUE SON! COMO EL DIARIO PUBLICA EST0? NO HAY CORRECTORES DE TEXTO? INCREIBLE! Y REPITE LA MAL USADA PALABRA COMO VEINTE VECES, PENSÉ QUE ERA UN ERROR!”, dice usando todas mayúsculas una indignada señora.
“Cabine??. Qué gente de mierde”, agrega haciéndose la humorista otra mujer que también creía que el medio santafesino estaba utilizando lenguaje inclusivo para denominar lo que ella creía debía decírsele “cabinas”.
“Escriban bien pelotudes”, sumó uno más, con igual “sentido del humor”, acerca de las cabines del ferrocarril.
LA EXPLICACIÓN
Lo que, afortunadamente, otros varios lectores aportaron (y que devuelve la fe en que no todo está perdido aún), fue la explicación a porque esas construcciones antiguas del ferrocarril tienen tan particular denominación, que lejos está de relacionarse con el lenguaje inclusivo tan detestado por quienes creen que “deforma el idioma”, pero a la vez lo desconocen tal y como es.
“No es un error porque no son cabinas sino cabinEs del ferrocarril. El singular es cabín”, dijo escueta pero certeramente una usuaria rosarina.
Otros habitantes de esa ciudad, inclusive aportaron que un barrio allí se denomina “Cabín 9“, en relación a una de estas construcciones de origen inglés, al igual que la palabra.
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