Hasta que terminó el secundario en Burzaco, donde nació y vivió la mayor parte de su vida, Ana Sicilia no sabía si iba a ir a la universidad. No porque no quisiera, sino porque, en Argentina, no todas las familias tienen la posibilidad de sostener económicamente los estudios de sus hijos, aún en la universidad pública. Tras haber conseguido un trabajo, que le daba la posibilidad de costear los gastos de apuntes, libros y transporte, se anotó en la Universidad Nacional de Quilmes para estudiar Turismo y Hotelería.
“La única universidad pública que daba esa carrera era la UNQUI así que, por ser hija de un obrero metalúrgico y de una madre comerciante que no podían ayudarme a pagar los estudios, caí en la universidad pública”, dice con ironía Ana Sicilia en diálogo con INFOCIELO, aunque aclara, “por suerte caí en la universidad pública y hoy puedo decir que fue mi movilidad social ascendente, o al menos yo lo considero así ”.
TE PUEDE INTERESAR
Con el correr de la cursada se dio cuenta de que la carrera que había elegido no era lo suyo y, tras haberse encontrado con la lectura de autores como el pedagogo brasilero Paulo Freire en la materia Comunicación Popular, se despertó en ella un interés especial por el ámbito comunicacional y particularmente por el periodismo.
Luego de recibirse de Licenciada en Comunicación Social en 2011 y, mientras intercalaba trabajos como modelo publicitaria, se inscribió para realizar una maestría en Medios de Comunicación en la Universidad Nacional de La Plata.
“No tenía ningún contacto y no sabía cómo insertarme en los medios, no veía la luz al final de ningún túnel”, recuerda la periodista y explica: “Para no estar tan alejada decidí empezar la maestría”.
Fue allí donde comenzó a gestarse su vínculo con el mundo penitenciario: su tesis se planteaba observar cuál era la mirada de los privados de su libertad respecto de los medios de comunicación. Si bien su proyecto se vio interrumpido cuando logró empezar a trabajar en el canal A24 y la tesis debió pausarse, tiempo más tarde volvió a acercarse al entorno carcelario.
“Siete años después el periodista, escritor e investigador Julián Maradeo se contacta conmigo porque había visto un blog en el que yo escribía y me invitó a participar en algún encuentro de su taller de lectura en el espacio ‘El Ágora’, en la Unidad N.º 9 de La Plata”, cuenta la periodista oriunda de Burzaco, que pasó por El Destape Radio, Fox Sports, y Radio Metro, entre otros, “me pareció super interesante la propuesta, pero yo estaba viviendo en Chile así que, cuando resolví mi cuestión domiciliaria, empecé a ir y nunca más me fui”.
Desde aquél momento y hasta la actualidad, la comunicadora que hoy conduce uno de los noticieros de Crónica TV y participa en el programa Vivo Para Vos junto a Julián Weich y Carolina Papaleo por Canal 9; se encarga de llevar libros a distintas penitenciarías del Gran Buenos Aires, donde crea bibliotecas y también brinda talleres de lectura sin cobrar un centavo.
“Creo que un libro y la educación pueden transformar a un ser humano. Lo digo porque lo he visto, conociendo algunas historias de privados de su libertad que han pasado por un taller de literatura o que lograron a acceder a la educación y que no volvieron a reincidir y hoy están afuera haciendo una vida completamente reinventada”, cuenta la periodista que se califica a sí misma ante todo como militante.
Desde 2018 hasta la actualidad lleva creadas nueve bibliotecas en distintas unidades penitenciarias de la Provincia, con el aporte de distintos usuarios que se solidarizan y le acercan libros para que siga nutriendo los estantes de las bibliotecas con más libros.
En la Unidad Carcelaria N° 43 de González Catán, fueron los mismos internos los encargados de fabricar el mueble en el que se colocaron luego las obras de distintos autores y, en el sector de máxima seguridad, hicieron otra biblioteca con rueditas, que lleva el nombre de la periodista, de manera que, en cierto modo, ella está presente en todo momento acompañando a los reclusos.
“La última biblioteca que pude armar de forma presencial fue distinta al resto, fue más disruptivo porque le entregué en la mano un libro a cada interna”, comenta Ana Sicilia quien señala que, si bien las bibliotecas existen en casi todas las cárceles, “el tema es el acceso al libro y el incentivo a la lectura, porque no es fácil para todos los internos acceder a esas bibliotecas, y menos si no hay un incentivo de lectura si nunca leyeron un libro o si no tienen el hábito de lectura”.
Aunque la pandemia obstaculizó el ingreso a los Penales, Sicilia, quiere ir por más y su próxima meta es que puedan acceder a la lectura no solo en los penales de la Provincia de Buenos Aires, sino también llegar a toda la Argentina: “Quiero llegar con libros a todos los pabellones del país, no solo quedarme en el SPB (Servicio Penitenciario Bonaerense), sino también poder transitar el SPF (Servicio Penitenciario Federal) y que no quede ni un pabellón sin libros”.
Inspirada por Freire y su idea de entender a la educación como práctica de libertad, Ana Sicilia se niega a renunciar a su lucha a pesar de que suelan calificar lo que hace y lo que piensa como una utopía. “Todo lo que se probó hasta ahora no funcionó porque el delito no baja, las cárceles están cada vez más llenas, y yo siento que un libro puede llegar a funcionar, por eso no voy a bajar los brazos”, asegura la joven comunicadora, “sé que es una tarea que parece imposible, pero hay que probar lo imposible hasta que nos salga bien”.
TE PUEDE INTERESAR