Recuperar un nivel de deuda sostenible para construir una Provincia con nuevas prioridades pareciera ser el leitmotiv del gobierno de la provincia de Buenos Aires que encabeza Axel Kicillof hoy inmerso en la doble crisis que desató la pandemia del coronavirus: la sanitaria y la económica.
Fue uno de los puntos de mayor voltaje en su discurso de apertura legislativa: “la deuda como la dejaron es impagable, hay que resolverlo sin afectar el aparato productivo de la Provincia”. Pero claro que para los primeros días de marzo, la agresividad de una pandemia mundial no estaba en los papeles.
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Ahora, en medio de una situación financiera insostenible que dejó la ex gobernadora, María Eugenia Vidal, y de las negociaciones para reestructurar la deuda en dólares bajo legislación extranjera por más de 7 mil millones de dólares; Kicillof pidió autorización a Legislatura para contraer deuda por 500 millones de dólares y 20 mil millones de pesos, y cuenta con el apoyo de los 135 intendentes.
Es que, tal como consignó el Gobernador en la iniciativa que ingresó a la Cámara de Diputados, “la pandemia agravó situaciones preexistentes y sumó un impacto negativo generalizado”, al hacer referencia a la situación de pobreza y la caída en la actividad económica de la provincia de Buenos Aires.
En este marco, la provincia necesita crecer de manera urgente, reactivarse económicamente y brindar oportunidades de empleo, para lograrlo antes hay que hacer frente a las consecuencias sociales, sanitarias y económicas que provoca la pandemia del coronavirus.
Pero, ¿qué diferencia existe con los pedidos de endeudamiento que la ex mandataria elevó en cada periodo ordinario durante sus cuatro años de gestión?
En primer lugar, como se mencionó, la crisis sanitaria y el elevado nivel de endeudamiento con el que la nueva gestión debe “bailar” lo que conlleva a la necesidad de “reordenar prioridades” que, en este caso, es atender la pandemia para lo que se destinarán los 500 millones de dólares, y hacer frente a “la enorme deuda con proveedores heredada de la gestión anterior” con los $20 mil millones. Por otro lado, la variación descomunal del tipo de cambio.
Yendo a los números. El primer pedido de endeudamiento enviado por Vidal a la Legislatura de cara al Presupuesto 2016, superó los 100 mil millones de pesos compuesto por 98 mil millones de pesos expresados en moneda nacional y otros 740 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo y la Corporación Andina de Fomento, valuados a un dólar de $10. Ese dólar hoy se encuentra en una vorágine pandémica que lo pasea por distintas cotizaciones, y se puede hablar en promedio de 65 pesos por unidad.
Más adelante, y en medio de observancias y monitoreo opositor que ya empezaba a notar el incremento de compromisos a futuro y su consecuente presión financiera que terminaría por afectar el resto de las partidas presupuestarias; un nuevo pedido de autorización de la gestión de Vidal para tomar deuda por más de 90 mil millones de pesos que estuvo acompañado durante el 2017 por la colocación de bonos por 500 millones de euros y con vencimiento 2023.
Sobre este último punto, se conoció en la infancia del 2020 un documento firmado por Vidal donde da cuenta del conocimiento de un posible fracaso que dejarían sus decisiones. En el memorándum de oferta que el gobierno de Vidal circuló en 2017 a posibles inversores en bonos, se advertía que el fracaso de las políticas económicas del macrismo podía afectar el futuro pago de la deuda.
El texto fue difundido por el Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior (OCIPEx).
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