Antonela Moreno tiene 30 años, es politóloga, presidenta de la Juventud Radical bonaerense y candidata a diputada provincial por la Octava Sección Electoral en la lista de Somos Buenos Aires, una alianza que nuclea a radicales, socialistas, el GEN y sectores independientes. No es una improvisada ni una heredera: es la primera de su familia en terminar el secundario y en llegar a la universidad. “Incluso mi título de secundaria se festejó como si fuera universitario”, contó en el streaming Parecemos Buenos Amigos, de Infocielo.
La Plata es su ciudad adoptiva, pero no un lugar de paso. “La elegí. Me dio la educación pública, me formé acá, trabajo acá. Quiero devolverle algo a esta ciudad”, afirma. En un escenario donde los extremos dominan la escena, Antonela apuesta por una política “abajo y al medio”, que recupere el sentido común y escuche los problemas reales de la gente.
“Va a ser una elección bastante más de sentido común. Hay que apelar más al sentido común que a los libros, a la teoría, a tanto marketing”, remarcó. Para ella, lo que falta no es ideología, sino empatía. “La gente está cansada. Busca ofertas más genuinas”.
Una campaña desde el territorio, no desde un Excel
A diferencia de otras fuerzas que concentran su campaña en redes o en apariciones esporádicas, Moreno recorre barrios, conversa con vecinos y escucha sin bajar línea. “Somos el único sector que todos los viernes y sábados sale a las esquinas. No vamos a pedir un voto vacío. Queremos que el vecino se sienta parte”, dice. No habla de “timbreo”, sino de contacto real.
Desde hace años recorre la provincia como presidenta de la Juventud Radical. “No hay rincón de la provincia o sección que no haya visto. A mí me aburre un poco la rosca. Si uno se encierra en eso, pierde el vínculo con la realidad”, explica.
Ese diagnóstico también incluye una crítica directa al presente. “Hay un descontento enorme con el gobierno de Milei. Gente que apostó al cambio y hoy se siente estafada. Pero tampoco quieren volver al pasado, a los que ya gobernaron y no resolvieron nada”, aseguró.
Seguridad, educación, clase media: la agenda que no se discute
Uno de los puntos que más la moviliza es la inseguridad. Lo plantea desde una experiencia concreta: “Viajo dos veces por semana a cursar en Capital. Llego tarde, en micro, y tengo que tomarme un Uber por cinco cuadras porque me da miedo caminar. No soy la única. Lo escuchamos todo el tiempo. Los comerciantes, los taxistas, los choferes de colectivo sienten lo mismo”.
Para Moreno, esa agenda está completamente ausente en los discursos dominantes. Y apunta también a la educación: “En La Plata, todos los años arrancamos con frazadazos porque las escuelas no tienen calefacción. La infraestructura se cae a pedazos. No alcanza con inaugurar escuelas si adentro no se enseña, si la alfabetización cae, si no garantizamos los 180 días de clase”.
No es lo mismo romper que gobernar
Moreno defiende el rol del Estado, pero exige un salto de calidad. “No queremos un Estado ausente, pero tampoco ineficiente. Lo que funciona mal no se elimina: se mejora. Hay que convocar a los mejores profesionales y hacerse cargo”. Por eso se muestra crítica con el oficialismo y también con el Gobierno nacional: “Dijeron que venían a terminar con los privilegios y solo trajeron nuevos privilegiados”.
Al hablar de su desembarco en la Legislatura, evita el tono épico. “Uno tiene que saber de dónde viene. Tengo amigos que jamás me dejarían caer en la endogamia de ir a tomar mate a un despacho mientras se cae todo afuera”, dice. Y suma: “Este lugar no me sorprendió. Lo venimos construyendo hace años”.
Radicalismo, valores y futuro
Moreno reivindica los valores del radicalismo sin nostalgia. “Los radicales sabemos gestionar con valores. No hacemos un Garrahan y después lo desfinanciamos. No nos peleamos con chicos con discapacidad”, lanza, en una crítica directa al Gobierno nacional. “En este contexto de violencia y desprecio por las instituciones, los valores del radicalismo son más necesarios que nunca”, concluye.
Su candidatura busca representar a esa clase media golpeada, que —según ella— hoy no encuentra una voz que la defienda. “Nosotros queremos cuidar los intereses de esa clase media que estudió, que se esforzó, que no quiere que nadie se quede atrás”. Y lo dice con una convicción simple, pero contundente: “La política tiene que volver a tener los pies en la tierra”.