La escasez de algo provoca el despertar de la imaginación. Un amor perdido suele ser fuente de inspiración para músicos, poetas y artistas en general. Lo que nadie hubiera podido imaginar es que la falta de figuritas haya encendido en comerciantes una faceta innovadora e ingeniosa al momento de comunicar a los clientes con carteles su hartazgo de la recurrente pregunta de “¿vendés figuritas capo?”.
Fueron tantas veces en las últimas semanas que se repitió esa pregunta por parte de niños y adultos, madres, padres, abuelos, tíos y treintañeros nostálgicos, que ese cansancio disparó la bronca acumulada, y la transmutó en chispa perspicaz por parte de kiosqueros y dueños de negocios posibles receptores del clamor por las figuritas del Mundial Qatar 2022.
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A la bronca de no tener para vender un producto, justo en el momento de la “alta demanda”, se le suma la reencarnación en ‘loop’ de una respuesta reiterativa como si se tratara de la película “El Día de la marmota”, (“Hechizo de tiempo” en Argentina).
“No tenemos figuritas”, “No vendemos figuritas”, “No nos llegaron aún las figuritas”, “No, no se que otro negocio de la zona tiene figuritas”, y respuestas de ese tenor multiplicadas por decenas, centenas o hasta miles en un par de días colman la paciencia hasta del más “enyoguizado” vendedor.
Para eso existe desde tiempos inmemoriales la costumbre del cartel “ataja plomos” que advierte (a quien se digna leerlo) la respuesta que recibirá si osa preguntar por ese producto o servicio que el negocio no brinda, no tiene en ese momento en disponibilidad, y no sabe (o no le importa informar) quien puede tenerlo.
“No cargamos Sube”, “No vendo estacionamiento”, “No comercializo cigarrillos”, “No hay cambio”, y miles de ejemplos más refuerzan la historia de una nueva serie de carteles que se impusieron desde comenzada la venta del álbum y los paquetes de figuritas del Mundial Qatar 2022.
Desde imágenes de un personaje de Los Simpson con un palo en su mano, hasta la frase “No tengo figuritas” en 17 idiomas, pasando por un cartel pegado en la gorra del comerciante son algunos de los ejemplos más claros de que “la gota rebalsó el vaso” de la paciencia de kiosqueros y vendedores de otros rubros que podrían ser compatibles con puntos de venta de figuritas.
Algunos más agresivos, otros apelando al humor, y hasta advirtiéndole al cliente que ni siquiera se anime al remanido chiste de preguntar justamente por lo que el cartel dice que no hay, el abanico de originalidad demuestra que Argentina es un país único hasta para ser picante con quien “nos da de comer” y en el que la frase “el cliente siempre tiene la razón” no siempre tiene la razón.
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