El Ministerio de Salud dio un paso más en el camino hacia la digitalización total del sistema sanitario: a partir de ahora, todas las indicaciones médicas —desde remedios hasta estudios, prácticas, dispositivos o procedimientos— deberán hacerse con receta electrónica.
Esto se oficializó con la Resolución 2214/2025, y completa el proceso que había empezado en enero, cuando se impuso este formato para la prescripción de medicamentos.
Qué incluye la nueva resolución
Con esta decisión, el uso del papel queda relegado a zonas donde no haya buena conectividad. En el resto del país, las recetas deberán cargarse obligatoriamente a través de plataformas autorizadas por el Registro Nacional de Plataformas Digitales de Salud (ReNaPDiS).
El objetivo de la gestión es tener un sistema único, abierto, compatible y trazable en todo el territorio, sin importar si el paciente tiene prepaga, obra social o se atiende en el sistema público.
Una de las grandes novedades es la incorporación de identificadores únicos. A partir de ahora, el número de CUIL será el dato principal para reconocer a cada paciente, y cada receta llevará su propio código —la Clave Única de Identificación de Receta (CUIR)— para que no haya duplicaciones ni errores.
Incluso las recetas de medicamentos más delicados, como psicotrópicos o estupefacientes, deberán digitalizarse con mecanismos específicos.
El Ministerio estableció que esas recetas deberán conservarse en las plataformas por un mínimo de tres años. Para cumplir con todo, los prestadores de salud tendrán plazos escalonados: 45 días para implementar la identificación unívoca, 90 días para adecuar las recetas archivadas y 120 días para las de prescripción restringida.
Mientras tanto, desde la cartera sanitaria aseguraron que coordinarán los aspectos técnicos con todos los actores involucrados para que el sistema funcione sin tropiezos.
Ampliación de la resolución de enero
Esta digitalización no es algo nuevo. En realidad, arrancó el 1° de enero de 2025, cuando comenzó a ser obligatorio el uso de receta electrónica para los medicamentos. En esa etapa inicial se buscó construir un “puente digital” entre pacientes, médicos y farmacias, con la promesa de un sistema más seguro, rápido y eficiente para acceder a los tratamientos.
Todo esto está respaldado por la Ley 27.553, reglamentada en julio de 2024, que obligó a todas las plataformas a estar listas para el 31 de diciembre de ese mismo año. El Decreto 345/2024 selló el cambio: desde entonces, ya no se pueden emitir recetas en papel, salvo en situaciones excepcionales.
Para que una receta electrónica tenga validez, debe incluir varios datos obligatorios: nombre, matrícula y especialidad del profesional que la emite; información completa del paciente (nombre, DNI, sexo, fecha de nacimiento y cobertura médica); descripción detallada del medicamento (nombre genérico, presentación, forma farmacéutica y cantidad), diagnóstico, fecha de emisión y firma digital. De forma opcional, puede agregarse el nombre comercial sugerido por el profesional.
Así, con esta resolución, la receta electrónica pasa a ser la herramienta central para todo el circuito médico, dejando atrás los papeles y las recetas borrosas. Un sistema que, según el Gobierno, busca modernizar la atención sanitaria y garantizar seguridad y trazabilidad en cada paso.
Pero, ¿todo lo digital es mejor?
A pesar del entusiasmo oficial, no todos celebran esta transformación sin reparos. Algunas asociaciones médicas y expertos en salud advirtieron sobre ciertos peligros del nuevo sistema.
Por ejemplo, la Federación Médica de Mendoza, manifestó su preocupación por la protección de datos personales y la autonomía profesional, alertando que el sistema podría priorizar criterios administrativos o económicos por encima del criterio clínico del profesional.
Como quedó dicho, con esta decisión, el uso del papel queda limitado a zonas donde la conectividad es deficiente. Sin embargo, médicos y organizaciones advierten que esta excepción podría no alcanzar para evitar la exclusión de personas mayores, rurales o sin acceso digital, quienes muchas veces dependen de terceros o enfrentan obstáculos reales para acceder a una receta.
En paralelo, algunos especialistas en seguridad informática advierten que, sin protocolos sólidos y cifrado seguro, toda la información médica sensible podría quedar vulnerable ante filtraciones o usos indebidos.
Además, si el sistema cae por problemas técnicos o si hay zonas sin buena conectividad, se corre el riesgo de interrumpir la atención o demorar la entrega de tratamientos esenciales.
En este contexto, la promesa de un sistema moderno y funcional convive con la necesidad de implementar barreras claras para proteger derechos, garantizar la privacidad y no dejar a nadie atrás.