En la política bonaerense hay una regla no escrita que, como toda buena tradición criolla, se repite con precisión suiza: todo archivo puede y será usado en tu contra. Y si alguien lo está comprobando en carne propia por estas horas es Pablo Morillo, el flamante segundo candidato a legislador provincial por La Libertad Avanza en la Segunda Sección Electoral.
Morillo es el mismo funcionario que no hace tanto —con el tono emocionado de un militante de primera hora— aseguraba que “nuestro gobernador Kicillof está altamente calificado, es uno de los cuadros más importantes de la Argentina”.
UNA “PERLA” DEL ARCÓN DE LOS RECUERDOS
La joyita rescatada del pasado reciente fue desempolvada en redes por el periodista Juan Luis González, autor del libro “El Loco”, la biografía no autorizada de Javier Milei que repasa, entre otras cosas, los vaivenes ideológicos (e identitarios) del espacio que se vende como la kryptonita de la casta.
El autor no necesitó mucho más que subir el video para dejar todo al desnudo: “Con ustedes, Pablo Morillo, segundo candidato de LLA en la 2° sección electoral”, escribió, acompañando las imágenes de un Morillo emocionado defendiendo a Kicillof como quien defiende una tesis doctoral frente a un tribunal libertario.
Al ahora libertario de manual se lo ve y escucha diciendo, con convicción de militante de base:
“Yo creo que tiene todas las condiciones como para hacerlo (ser Presidente de la Nación) . La preparación que tiene, que muchas veces es denostada por la oposición o sectores del periodismo o grupos concentrados de poder, no se condice para nada con la preparación que tiene nuestro gobernador Kicillof”.
El problema, claro, no es el elogio en sí. Después de todo, se puede admirar la capacidad técnica de alguien y aún así decidir que uno prefiere otro rumbo para el país. El problema es que ese alguien ahora es candidato de un espacio que demoniza cualquier cosa con olor a kirchnerismo, peronismo, estatismo o cualquier “ismo” que no sea el de ellos.
EL PASADO ¿LO CONDENA?
Hasta diciembre de 2023, Morillo se desempeñaba como funcionario del gobierno de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Pero luego de asumir Milei fue designado como director nacional de Desarrollo Socio-Comunitario de la Secretaría de Desarrollo Territorial del Ministerio de Economía… Del Tren Universitario al tren fantasma, sin bajarse en ninguna estación.
Como abogado, Pablo Ezequiel Morillo (D.N.I. N° 32.791.335, para quienes quieran corroborar que no es un invento) construyó su carrera en el Estado. Primero de la mano del “cuadro calificado”, y ahora de la mano del “líder anarcocapitalista que va a dinamitar todo”, incluidos los cargos que, paradójicamente, él mismo sigue creando.
Porque en La Libertad Avanza todo es dinamita, hasta que hay que nombrar a alguien para un organismo público. Ahí, el fuego se guarda.
El caso de Morillo no sería más que una anécdota pintoresca si no expusiera la contradicción central del mileísmo: el antipoliticismo que se alimenta de la casta que dice combatir.
Lo que en cualquier otro espacio sería señalado como un pase de vereda incómodo (una Borocoteada), en el ecosistema libertario directamente huele a incoherencia. ¿Dónde quedó la pureza ideológica? ¿Dónde el filtro de los conversos?
La ironía final es que Morillo hablaba en aquel video sobre las dificultades históricas de los gobernadores bonaerenses para llegar a la Presidencia. “Bueno, ninguno fue presidente electo… Duhalde fue gobernador, sí, y fue presidente después”, reflexionaba como si estuviera en una mesa de debate político de televisión. Y agregaba: “Entiendo tu pregunta, y yo creo que tiene todas las condiciones como para hacerlo”.
Hoy, quien era vocero del “cuadro técnico del pueblo” se convierte en candidato del espacio que proponía quemar el Banco Central, cerrar ministerios y achicar el Estado. O quizás, simplemente, ya no cree lo que decía. O lo sigue creyendo, pero prefiere callarlo. O quizás —y esta es la hipótesis más lógica— cree lo que convenga, según para dónde sople el viento.
Sea como sea, el archivo está vivo. Y Pablo Morillo, a juzgar por su presente, también.