La precariedad económica que enfrenta gran parte de la población argentina se refleja claramente en los hábitos de consumo y en la creciente dependencia del crédito para adquirir productos básicos. Un informe reciente del Centro de Estudios para la Recuperación Argentina (CentroRA) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA muestra que casi la mitad de los hogares utiliza tarjetas de crédito para comprar en supermercados, una práctica que se intensificó en los últimos meses.
Según Mara Pegoraro, politóloga y coordinadora del CentroRA, “ha habido un deterioro del poder de compra de los sectores medios y eso se ve evidenciado en el aumento del endeudamiento a la hora de comprar alimentos”. En sus palabras, “no es lo mismo hacerlo cotidianamente que tener que hacerlo con tarjeta de crédito, si es que se tiene acceso”. La especialista agregó que “el aumento del uso de las tarjetas de crédito para comprar alimentos pone una alarma sobre que los salarios no están llegando a fin de mes y se prorroga el gasto en comida, no en salidas al teatro”.
Este fenómeno se explica en parte porque mientras crece el uso del crédito —pasando del 39% al 46% en la compra en supermercados—, disminuyen los pagos en efectivo y con tarjeta de débito, que retrocedieron del 20% al 16% y del 34% al 27% respectivamente. “No se usa débito ni efectivo porque no hay manera de cubrir esos gastos. Es lo mismo que el efectivo, pero con un plástico”, señaló Pegoraro, descartando que el aumento del crédito se deba exclusivamente a promociones.
A pesar de que en el segundo trimestre de 2025 se registran algunos indicios de recuperación económica, la demanda de bienes esenciales continúa débil. En mayo, las ventas en supermercados mayoristas se redujeron cerca de un 5% interanual, aunque mostraron un leve crecimiento mensual inferior al 1%. En supermercados minoristas, las ventas subieron un 6,1% en términos interanuales, pero cayeron un 1,2% respecto al mes previo. Desde el inicio de la gestión actual, hace 29 meses, las ventas en mayoristas se mantienen alrededor de un 34% por debajo y las de supermercados un 28% por debajo de los niveles iniciales.
Este cuadro de situación se complementa con el estudio Índice de Percepción del Ánimo Social (IPAS), que revela que dos tercios de las personas residentes en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se sienten insatisfechas con la situación económica. Además, la misma proporción cree que el esfuerzo económico realizado en el último año y medio no valdrá la pena y la mitad considera que el futuro será peor que el presente.
En definitiva, el consumo masivo atraviesa un momento frágil. El aumento del endeudamiento para comprar alimentos y la caída persistente de las ventas mayoristas muestran que la recuperación económica aún está lejos de consolidarse. La combinación de salarios que no alcanzan, creciente incertidumbre y dependencia del crédito configura un panorama complicado para la estabilidad del mercado interno.