El fútbol argentino no tiene cura. Y la seguridad pareciera ser un negocio porque si hay algo que no otorga es justamente seguridad. Para peor, muchos veces son los generadores de violencia con represiones tal como sucedió en octubre cuando la brutalidad copó el estadio de Gimnasia provocando la muerte de César Regueiro. Desde siempre se tomaron medidas que de nada sirvieron. Por ejemplo, hubo una época en la que sólo se podían ingresar banderas de dos metros por un metro. Por estos días solo concurre la parcialidad local (en la Liga, porque en Copa Argentina se juega con ambas hinchadas, como si fuera otro país). Se agregan efectivos, los clubes invierten cuantiosas sumas de dinero en cámaras que permitan identificar rápidamente a los violentos. Pero nada de eso alcanza.
Durante el último fin de semana, recrudeció la violencia y, para colmo, hubo una diversidad de hechos que lleva a no saber por dónde empezar para encontrarle una solución. La muerte del hincha de Lanús, la agresión de la barra de Vélez a los jugadores, la represión policial en Independiente y la pelea entre simpatizantes de Central Córdoba y Atlético Tucumán en Santiago del Estero configuraron un fin de semana de extrema violencia en el fútbol argentino. Pero esto no terminó acá porque hoy, un futbolista de Vélez que denunció el apriete de la hinchada, fue amenazado de muerte.
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LANÚS: GUERRA DE BARRAS
El episodio de mayor gravedad se produjo el domingo en las inmediaciones del estadio Ciudad de Lanús Néstor Díaz Pérez con una consecuencia fatal confirmada este lunes: la muerte de Jonathan Leonel Borda, miembro de la facción de El Ceibo, que se enfrentó a tiros con el grupo de Villa Sapito en una interna de la barra “granate”.
La víctima ingresó al Hospital Narciso López con un cuadro irreversible por una herida de bala en la sien, recibida durante el enfrentamiento que se registró en la Plaza Sarmiento, a pocas cuadras de la cancha, cerca de una hora antes del inicio del partido ante Barracas Central por la última fecha de la Liga Profesional.
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La Policía detuvo a seis personas por el violento incidente y realizó allanamientos en diversos domicilios, todos con resultados negativos. Los investigadores del caso ordenaron pruebas dermotest a los detenidos y analizan las cámaras públicas y privadas del lugar para encontrar al responsable del homicidio.
APRIETE EN VÉLEZ
El mismo domingo, pero por la noche, al menos cuatro futbolistas de Vélez Sarsfield fueron agredidos físicamente por un grupo de barras que irrumpió en la Villa Olímpica del club cuando el plantel regresaba del estadio de Huracán, tras caer 1-0 en un partido trascendental para la lucha por evitar el descenso.
Las jóvenes promesas Gianluca Prestianni (17), Santiago Castro (18) y Valentín Gómez (20) fueron tres de los jugadores violentados junto con el experimentado defensor Leonardo Jara (32).
Los barras llegaron hasta el lugar para recriminarle al plantel por el bajo rendimiento en un encuentro con tintes de “final” por la rivalidad y la importancia en la pelea por la permanencia.
Este nuevo episodio de violencia en Vélez, tercero de similares características en lo que va del año, podría significar el detonante para la salida de algunos jugadores, incómodos por el clima de violencia que reina en el club y molestos por actitudes de la dirigencia que encabeza el presidente Sergio Rapisarda.
Prestianni relató en primera persona el dramático momento vivido tras el partido ante Huracán: “A mí me pegaron dos veces en la cara, me tomaron del cuello y la campera”, afirmó.
El episodio se produjo por la noche cuando los violentos irrumpieron en la Villa Olímpica del club para interceptar a los jugadores en sus automóviles. “Tuve que bajar las ventanillas para escucharlos. Empezaron a decirme un montón de cosas y me golpearon dos veces en la cara, me tomaron el cuello y la campera. Era la barra, estaban vestidos con los camperones de Vélez”, contó en una nota concedida al canal ESPN.
Prestianni, de apenas 17 años, aceptó como “una decisión difícil” que evaluará junto a su familia cuando fue consultado por su intención de salir de Vélez a partir de lo sucedido. “Estoy en el club desde los 4, hace 13 años y soy hincha de Vélez como toda mi familia. Muchas veces tuve posibilidades de irme pero nunca lo hice por respeto, pero cuando pasa algo así no sabés qué hacer”, confesó.
Prestianni cuestionó implícitamente a la dirigencia de Vélez, que este lunes emitió un comunicado institucional para condenar lo ocurrido. “(Los barras) Vienen bastante seguido a la Villa Olímpica, es habitual verlos. Nos sentimos apretados, sin seguridad ni protección”, admitió.
En tanto, este lunes, después de haber sido agredido física y verbalmente a la salida de la Villa Olímpica por la barra brava de Vélez en la noche del domingo y relatar lo sucedido al mediodía de este lunes, Gianluca Prestianni fue amenazado de muerte al igual que su familia. “Tengo mucho miedo”, reconoció el delantero y pidió ser transferido en este mercado de pases.
El lateral Francisco Ortega, también surgido de la casa, pidió salir en este mercado de pases y el mediocampista Juan Ignacio Méndez ya negocia con Newell’s Old Boys con la intención de alejarse de Liniers.
REPRESIÓN EN INDEPENDIENTE
La violencia en las canchas del fútbol argentino durante el fin de semana comenzó el sábado con otros dos hechos lamentables. En Independiente, tras la derrota con Boca Juniors en el clásico, la policía disparó balas de goma y gases lacrimógenos contra un grupo de socios que reclamaba la renuncia de la Comisión Directiva en un playón interno del estadio Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini.
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Un día después, la institución de Avellaneda se disculpó con sus socios y atribuyó los incidentes a la “injustificada represión policial”. El enfrentamiento dejó hinchas heridos, agentes lastimados y once detenidos.
El club presidido por Néstor Grindetti buscó despegarse del accionar de la policía provincial y comunicó la decisión de contratar una empresa de seguridad privada para que se encargue del control del estadio en el futuro.
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PELEAS EN SANTIAGO DEL ESTERO
El descontrol en las canchas se inició el sábado con el episodio que, a la luz de todo lo ocurrido, resultó el más leve. En el Estadio Madre de Ciudades de Santiago del Estero, donde se habilitó el ingreso de hinchas neutrales, las parcialidades del local Central Córdoba y el visitante Atlético Tucumán se pelearon en una de las plateas y el partido estuvo demorado casi media hora hasta que el árbitro Andrés Gariano recibió las garantías para que pudiera continuar.
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