Un posteo en Facebook generó polémica por el contenido de una tabla que resumía como eran los viajes de largas distancias a finales del siglo XIX y principios del XX. Cotejado con datos históricos de segura procedencia, aquí encontraremos las verdaderas rutas, tiempos, velocidades y medios de transporte de aquella época. Prepárense para ver muchos cambios.
Entre 1890 y 1900, los caminos bonaerenses eran de tierra, sin base firme, y se enlazaban pueblos mediante un sistema rudimentario de postas y empresas de transporte.
La cámara del correo virreinal, aunque del siglo XVIII, había dejado trazas del sistema de postas que aún sobrevivía, y en la segunda mitad del siglo XIX surgieron empresas de galeras que conectaban Buenos Aires con pueblos como Cañuelas, Lobos, Chascomús, Tandil y Dolores.
Las galeras, tiradas por seis a diez caballos, cubrían trayectos de varias decenas de leguas con paradas frecuentes: cambiaban caballos en cada posta, que estaban cada 20‑30 km.
En rutas medianamente firmes, podían avanzar a 8‑12 km/h, pero el desgaste de los animales y el polvo o barro limitaban el promedio diario a unos 60‑80 km. El estado del camino, la disponibilidad de postas y las condiciones climáticas jugaban un papel determinante.
¿Cuánto avanzaba realmente una carreta?
Las carretas o carros tirados por bueyes o caballos, destinados al transporte de mercaderías, se movían a 3‑4 km/h cargadas. Eso implicaba jornadas de apenas 30‑50 km. En tramos llanos y secos, sin carga excesiva, podían alcanzar hasta 50 km en un día duro, pero en la mayoría de los casos se movilizaban lentamente.
Las mulas eran usadas donde no había postas ni vías regulares, llevando encomiendas o correo entre establecimientos rurales. Podían mantener un ritmo de unos 6 km/h, permitiendo entre 60 y 70 km diarios en terreno favorable.
Existe mención de servicios equinos rápidos – parecidos a los chasquis –, aunque ese término no se usaba en la Pampa sino en el imperio Inca, y no en el siglo XIX.
Lo que sí existía eran correos a caballo con relevos cada 25‑30 km, que en condiciones óptimas podían cubrir 80‑120 km al día, pero nunca a 30 km/h sostenidos. Eran mensajeros de posta, no un desfile de velocistas equinos.
UN VIAJE A MAR DEL PLATA
La legua, unidad común en cartografía y relatos de viajeros, equivalía a aproximadamente 6 km. Por lo tanto, cuando se hablaba de distancias en leguas – por ejemplo, 10 leguas eran ~60 km – esa conversión era ampliamente aceptada.
Por ejemplo, un viaje de Buenos Aires a Mar del Plata, de unos 400 km (≈ 67 leguas), debía hacerse en 5 a 6 días en diligencia, si el camino estaba en condiciones razonables y sin retrasos extremos. Con carretas de carga, tardaría más de 8 a 10 días.
En tramos sin infraestructura, las mulas o los caballos de posta podían rendir mejor, aunque con limitaciones por terreno y clima.
La conclusión para interpretar y corregir el posteo de Facebook es que el tránsito provincial bonaerense en esa época se caracterizaba por trayectos lentos y demandantes: velocidades reales de entre 3 y 12 km/h, y jornadas de entre 30 y 80 km según el medio de transporte. Las estimaciones exageradas de 20 o 30 km/h sostenidos que aparecen en aquella tabla no se corresponde con registros históricos ni con la práctica documentada.