La rutina en el almacén de la calle 411, entre 143 y 144, en Arturo Seguí se rompió de golpe el último viernes. En cuestión de segundos, dos hombres armados con cuchillos irrumpieron en el comercio y amenazaron a su dueña, una mujer de 69 años que atendía como todos los días detrás del mostrador, para cometer un robo.
No hubo tiempo para nada. La escena fue breve, violenta y dejó tras de sí un silencio cargado de susto. Los ladrones, tras intimidar a la mujer, se alzaron con algunos productos del negocio y escaparon caminando con la impunidad que da la costumbre. Pero esta vez, la historia iba a tener otro desenlace.
La denuncia fue inmediata y la investigación no tardó en avanzar. Personal del Gabinete Operativo de la comisaría de Villa Elisa comenzó a seguir el rastro de los asaltantes, que finalmente fueron identificados gracias a cámaras de seguridad y testimonios de vecinos.
Con la intervención de la UFI N° 7, a cargo de la fiscal Virginia Bravo, se solicitaron dos allanamientos en domicilios situados a pocas cuadras del almacén: uno en la calle 414 entre 154 y 155, y otro en 154 y 413.
Los operativos se llevaron a cabo en las últimas horas. Allí fueron aprehendidos los sospechosos: Ezequiel Luna, de 30 años, y Oscar Benítez, de 46. Ambos tenían antecedentes penales. En los procedimientos se secuestraron los cigarrillos y chocolates robados, además de otros elementos de interés para la causa.
El prontuario de los detenidos
El prontuario de Luna es extenso: tentativa de hurto, tenencia ilegal de armas, violación de domicilio, robo, resistencia a la autoridad, amenazas, lesiones, encubrimiento. Por su parte, Benítez registra antecedentes aún más graves: un homicidio en su historial.
La fiscal Bravo los imputó por robo agravado por el uso de arma blanca, y se investiga ahora si están detrás de una seguidilla de robos que vienen golpeando a pequeños comerciantes de la zona de Arturo Seguí en los últimos meses.
Mientras tanto, la almacenera intenta recuperar la calma. En su barrio, como en tantos otros, el delito ya no sorprende, pero sí sigue doliendo.