El nombre de Geraldine Prais se volvió viral en cuestión de horas, pero no por una propuesta política brillante ni por una intervención memorable en un debate. Esta vez, lo que la puso en el centro de la escena fue su ortografía. O, mejor dicho, su falta de ella. Orgullosa y sin ningún atisbo de vergüenza, la flamante postulante a concejal por La Libertad Avanza en Esteban Echeverría escribió en redes que acababa de firmar como “consejal”, así, con “s”. Y no fue el único error en un mensaje que se leía más como una redacción apurada de primer año del secundario que como el anuncio de una candidatura seria.
Prais, fanática declarada de Javier Milei, ocupa el puesto número diez en la lista de concejales para las elecciones del 7 de septiembre. Su ascenso político no parece estar vinculado a una trayectoria partidaria sólida, ni a estudios, ni a ideas. Nada de eso. En su caso, bastó con ser “militante” libertaria, tomar fotografías, ayudar en la fiscalización de votos y tener una devoción ciega por el presidente.
Eso, sumado a una fuerte presencia en redes y una estética que mezcla lo animalista con lo estrafalario: vive con 25 animales rescatados en un monoambiente, tiene la cara y el cuerpo tatuados con consignas como “Castrate” y “No más pirotecnia”, y dice que lo que piensa se lo tatúa, como forma de concientizar.
UNA PUBLICACIÓN, VARIOS ERRORES
El famoso tuit, que luego fue borrado, decía textual:
“Yo llegue a la militancia de mi presidente @JMilei para ayudar a cuidar los votos y fiscalizar. Y derrepente varias personas confiaron en mi como fotógrafa para el espacio. Y ahora firme a consejal para Echeverría .. Gracias a todos muy emocionada firme” (sic).
Una joyita.
La publicación fue replicada por la cuenta “¿Por qué es tendencia?” y la captura del mensaje no tardó en despertar burlas, memes y también indignación.
La discusión rápidamente se centró en la falta de preparación de los candidatos libertarios, y en particular en el doble estándar con el que se miden estos casos. No faltaron quienes recordaron las feroces críticas que los libertarios y el macrismo le dedicaron durante años a la diputada peronista Natalia Zaracho, a quien no sólo atacaban por su aspecto físico, sino también por no haber terminado el secundario.
Ahora, en cambio, postulan sin pudor a alguien que celebra escribir mal, que se ríe de sus errores, y que considera que eso no amerita ningún tipo de corrección. Porque “ella lo escribió así, y así se queda”.
LA IMPROVISACIÓN AL PODER
El caso de Prais no es una excepción dentro del armado libertario. En varios distritos del conurbano se repite la fórmula: candidatos sin experiencia, sin formación, sin conocimiento del rol institucional para el que se postulan. Personas que, como ella, aportan visibilidad pero dejan muchas dudas sobre su capacidad para ocupar una banca y legislar.
Por ahora, Geraldine sigue sin corregir públicamente la palabra “concejal”. Tal vez no lo haga nunca. Tal vez crea que la ortografía también es parte del sistema que hay que romper. Pero cuando se naturaliza que para ocupar un cargo público no hace falta ni saber escribir, la sociedad empieza a preguntarse si no se está yendo demasiado rápido —y mal— por el camino del “anti todo”.