Donato De Santis sorprendió a propios y extraños con un volantazo inesperado en su vida profesional: se bajó del mundo de la televisión, se alejó de sus restaurantes en Argentina y viajó a Europa para volver a empezar desde abajo, como un cocinero más. Literalmente.
Pero lo que no se dijo hasta ahora es que este renacer profesional tiene nombre y apellido: Mauro Colagreco, el chef platense más prestigioso del mundo, creador del restaurante Mirazur, en la Costa Azul francesa, con nada menos que tres estrellas Michelin.
Es allí donde Donato se instaló a trabajar, cerca de Niza, en un entorno exigente, riguroso, de elite culinaria, pero sin privilegios. Porque aunque Colagreco, por ser argentino, lo conoce desde siempre y le abrió las puertas, el resto del equipo no tiene idea de quién es ese “italiano” de acento porteño que corta pescado en la cocina.
DONATO, UNO MÁS
“No quiero ningún tratamiento especial”, repite Donato, casi como un mantra. Según muestra en los fragmentos que sube a su cuenta de TikTok —con estética de reality sin serlo—, se lo ve trabajando codo a codo con otros cocineros, en silencio, concentrado, aprendiendo técnicas, cumpliendo horarios, pelando cebolla, limpiando pescado y absorbiendo como una esponja cada detalle del universo Mirazur.
La experiencia podría ser simplemente una etapa de formación o introspección, pero hay quienes ya sospechan que hay algo más detrás: ¿será este nuevo rumbo el inicio de un futuro reality gastronómico internacional? ¿O Donato está simplemente documentando su transformación personal lejos de las cámaras y la fama?
Lo cierto es que hay algo simbólico y potente en su decisión: seguir al chef platense más importante del mundo para volver a las raíces.
Colagreco, nacido en La Plata y criado en Berisso, representa hoy la cima de la gastronomía mundial. Que Donato —con décadas de trayectoria, fama, programas de TV, libros y restaurantes— haya elegido su cocina para “empezar de cero” habla tanto de humildad como de admiración.
“Estoy haciendo lo mismo que todos. Vine a ganarme mi lugar”, explicó. Y lo dice mientras lava pescado o alinea flores comestibles en un plato de altísima cocina. Lejos de los reflectores, Donato decidió cambiar visibilidad por autenticidad.
Cuando todos parecen correr hacia la exposición, él eligió el anonimato, el silencio y el aprendizaje. Desde Mirazur, en Francia, siguiendo los pasos de otro platense que la rompe toda. ¿Será así o hay un reality en puerta?…