En el estrepitoso mundo del periodismo argentino, donde los contratos son de papel mojado y los sueldos alcanzan para un kilo de pan (si no aumentó en las últimas dos horas), una nueva escena de furia en vivo nos regaló una radiografía perfecta de la precarización en los medios. Esta vez, la protagonista fue Mariela Fernández, quien decidió que ya estaba harta de hacer malabares en Crónica TV y lo dejó en claro… al aire y en vivo.
Todo empezó como cualquier otra mañana en el canal de la placa roja, donde los conductores hacen malabares con la información y con su paciencia.
ASÍ ‘EXPLOTÓ EL VERANO’ EN CRÓNICA
Mientras su compañero desgranaba noticias deportivas, a Fernández se la escuchó en una intensa discusión con su “cucaracha”, ese simpático aparatito que los conductores llevan en la oreja para recibir órdenes de un productor que, desde el control, se esfuerza por no perder lo poco que le queda de dignidad laboral.
Pero la paciencia tuvo un límite, y el de Mariela explotó cuando, en plena transmisión, le dieron órdenes contradictorias: “Vas con el clima”, “No, pará, ahora hablá del tránsito”, “Ah, no, mejor vendé la Copa Libertadores”. Como si fuera un GPS borracho, la dirección del programa la mareó hasta que, harta de la improvisación y el desorden, se despachó con un “No se puede laburar así, loco” en vivo y en directo.
Ahí la vimos: con el fondo de la pantalla repleta de flechitas y numeritos del tránsito, pero con la cara desencajada de alguien que ya no aguanta más.
Intentó seguir, pero se le notaba que la indignación le hervía en las venas. Y entonces, la decisión fue tajante: agarró sus cosas y dejó a su compañero solo en el set, seguramente más desconcertado que un gerente de Crónica cuando le piden que pague aguinaldos.
PRECARIZACIÓN FEROZ
Este episodio, lejos de ser un caso aislado, es un nuevo capítulo en la enciclopedia de trabajadores de la televisión que terminan explotando en vivo, no por un número de rating, sino por las pésimas condiciones en las que les toca trabajar.
Crónica TV, que ya tuvo en el pasado casos de movileros explotados, conductores que se quejan al aire por los bajos sueldos y operadores técnicos que cobran menos que una propina de bar, vuelve a estar en el centro de la polémica.
En Buenos Aires, puede creerse que los grandes medios no tienen problemas de dinero, pero con salarios congelados desde la Edad Media y condiciones laborales que hacen que una huelga de guionistas de Hollywood parezca un picnic, los desaguisados “en vivo”, se reproducen.