“La gente dice que tu y yo estamos locos, Lucas” era la frase del sketch de Chespirito titulado “Chaparrón Bonaparte” que mostraba un diálogo sin sentido entre Roberto Gómez Bolaños y Rubén Aguirre (aka Profesor Jirafales), en donde ambos podían llegarse a decir cualquier incoherencia a la que el interlocutor le seguiría la corriente. Más o menos similar fue lo sucedido ayer en el obelisco y algunos otros centros del país, en donde una minúscula porción de ciudadanos eligió ser parte de una marcha anticuarentena y antivacunas, en la que, por sus declaraciones televisivas, los asistentes no parecían estar en su sano juicio, protagonizando especies de “manicomios a cielo abierto”, bajo la fachada de una protesta por el confinamiento y contra las vacunas, a pesar de la segunda ola de coronavirus.
La corrección política de esta época diría que llamarle así no es una buena idea porque estigmatiza a las personas cuya salud mental realmente los induce a la sobre medicación o hasta el encierro en instituciones del tipo manicomios, y eso es contraproducente.
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Lo adecuado a estos tiempos sería decir que “todos tenemos nuestra propia locura”, sólo que a algunos se les agudiza por momentos.
El límite es permitirles manifestarse como antivacunas públicamente “respetando como válida” una opinión demencial, sin llamarla por su nombre.
Más allá de si “queda bien o mal” denominarlos manicomios a cielo abierto, lo que se pudo ver en imágenes tanto en redes como en TV de esa marcha, devolvió solo gente que de no estar empastillada, tiene severos problemas para enfrentar la realidad y expresarse con equilibrio, conocimiento, lógica y coherencia, sin desvariar con ideas trastornadas que rozan lo demencial, mostrando sus “miradas perdidas de Kurt Cobain“, como reza un famoso meme en redes sociales.
En tres momentos pueden resumirse las consignas que vociferaban algunos de los asistentes a los “manicomios patrios” en determinados puntos del país. Tres fragmentos al azar de los muchos que hoy recorren Twitter provocando una mezcla de risa, dolor, bronca e impotencia frente a tanto desquicio (des) organizado.
El primero se trata de un señor con una bandera argentina en sus manos (parece ser que se sienten seguros portándola) que asevera que a su madre le aplicaron la vacuna Sputnik y ahora es como un “imán viviente” a la que se le pegan al brazo los objetos metálicos.
La marcha antivacunas en plena segunda ola de coronavirus
En la señal de TV LN+, habitualmente proclive a incitar a este tipo de marchas antigubernamentales, ayer sintieron incluso que se había sobrepasado un limite en este “manicomio a cielo abierto”.
Fue durante el segmento que conduce Eduardo Feinmann, en el cual desde el movil en la marcha, una señora que se identificó como “médica por la verdad” comenzó a despotricar sobre las vacunas y a inducir a que la población no se las aplique por desconocer los efectos posteriores que pudieran provocar en quienes sean inoculados.
Ante la negativa del conductor a aceptar esa teoría, prefirieron terminar el diálogo sin entrar en una discusión con ella.
Actuaron al estilo de la sentencia que afirma que “a los locos conviene siempre decirles que sí”, para no contradecirlos y que sea peor su reacción.
Inclusive Eduardo Feinmann, un comunicador que siempre promovió este tipo de protestas quiso sacar del aire a una señora en la marcha antivacunas que se presentaba como “médica por la verdad” cuando comenzó a despotricar sobre las vacunas en los manicomios a cielo abierto
El tercero de los cientos de ejemplos de incoherencias emitidas ayer tanto en redes como en TV, lo protagonizó otra mujer antivacunas, que también hacía flamear una bandera argentina, y se produjo ante las cámaras del nuevo canal de cable IP, con un diálogo incoherente y demencial, al que vale la pena reproducir.
“Buenas tardes señora, ¿por qué se acercó hoy acá?”, comienza preguntando la notera, a lo que la mujer le responde: ” porque la verdad esto es una vergüenza se creen que somos estúpidos. ¿Vienen aviones con vacunas?, no, vienen aviones con gente extranjera qué les prometen que acá está todo bien y después negocian por autos porque yo los veo a los autos. ¿Eso cómo se llama? Negociar con bienes. ¿No se llama trata pagar con personas?, se llama “trata”. Entonces, ¡vamos!”.
Imposible analizar con algo de lógica los dichos de la manifestante.
La marcha de los antivacunas, que pareció ser parte de manicomios a cielo abierto mostró declaraciones incoherentes de sus protagonistas
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