Cada 6 de agosto se celebra en Argentina el Día del Veterinario, una fecha que conmemora el inicio formal de la enseñanza en esta disciplina en el país. En 1883, se creó la primera Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Veterinarias en Llavallol, provincia de Buenos Aires. Pero hoy, además de reconocer la labor de quienes trabajan por la salud y el bienestar animal, vale la pena rescatar la historia de una mujer que rompió barreras en un mundo reservado, hasta entonces, solo para varones: Amalia Pesce, la primera mujer en recibirse de veterinaria en Argentina y Sudamérica.
Amalia Pesce de Fagonde nació el 14 de febrero de 1906 en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires. Quedó huérfana a los 17 años, y ese momento marcó un punto de inflexión en su vida: desarrolló un profundo cariño por los animales y una fuerte vocación por sanarlos.
El 23 de febrero de 1927, se presentó en la Escuela de Veterinaria de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires para inscribirse. Fue la primera mujer en hacerlo. La respuesta que recibió no fue alentadora: con cierta sorna, le sugirieron que se anotara en Agronomía, ya que “la carrera de veterinaria no era para mujeres”. Pero Amalia ignoró las advertencias y avanzó con firmeza.
Un camino lleno de obstáculos… y coraje
Durante sus años como estudiante, Amalia enfrentó numerosos desafíos. Algunos profesores consideraban inapropiado que una mujer cursara ciertas materias, especialmente aquellas que implicaban prácticas físicas intensas, como Obstetricia. Incluso el día de su examen final fue una verdadera odisea: según se cuenta en el libro oficial “Cien años de enseñanza”, un profesor se negaba a evaluarla porque no quería ser responsable de aprobar a la primera mujer veterinaria del país. Un joven ayudante de cátedra logró convencerlo de que aún tenía otras materias pendientes, para que cediera y se presentara a la mesa de examen. Amalia aprobó y se convirtió en la primera mujer veterinaria de Sudamérica en julio de 1936.
Una carrera dedicada a la ciencia, la salud pública y la innovación
Amalia Pesce se especializó en microbiología y trabajó en organismos clave para el desarrollo científico del país. Fue parte de la Sección Patología Animal del ministerio de Agricultura y Ganadería, donde fundó el primer laboratorio de organismos anaerobios. Más adelante, se incorporó al INTA Castelar y fue becada por el gobierno francés para formarse en el Instituto Pasteur de París.
También integró la Comisión Permanente de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) para el estudio de enfermedades causadas por gérmenes anaerobios, y tuvo un rol clave en el desarrollo de vacunas y sueros para el SENASA. Sus aportes técnicos y científicos la posicionaron como una referente regional en sanidad animal.
Dos anécdotas que retratan su temple
Según relató el historiador veterinario Antonio Pérez, hubo dos episodios que muestran el carácter de Amalia. Uno de ellos fue cuando, ya casada y a punto de graduarse, una compañera casi se adelanta y se convierte en la primera mujer en recibirse. Amalia redobló esfuerzos y, alentada por sus compañeros, logró completar la carrera a tiempo. La tradición oral dice que el profesor que se oponía a evaluarla terminó recibiendo una “trompada” de enojo al descubrir el ardid del ayudante que lo engañó.
En otra ocasión, cuando se postuló como directora del Departamento de Infecciosas del naciente INTA, un superior le advirtió que aún no era bien visto que una mujer ocupara ese cargo. La respuesta de Amalia fue tajante: “No se apure, no creo tener tiempo suficiente para cambiar de sexo”.
Un legado imborrable
Amalia Pesce falleció en agosto de 1985, tras complicaciones derivadas de un accidente y una neumonía resistente a los antibióticos. Su historia fue rescatada por instituciones como la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, la Federación Veterinaria Argentina y recientemente por diputadas y referentes feministas que la destacaron en el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Gracias a su valentía y compromiso, abrió el camino a muchas otras mujeres que hoy siguen su legado en distintas áreas de la medicina veterinaria, la salud pública, la ciencia y la docencia.
Por qué se celebra el Día del Veterinario en Argentina
El 6 de agosto fue establecido como el Día del Veterinario por la Federación Veterinaria Argentina (FeVA), en homenaje al inicio de los estudios superiores en Veterinaria en 1883. Hoy, los veterinarios no solo atienden animales domésticos o trabajan en el agro: también son clave en la vigilancia epidemiológica, la rehabilitación de fauna silvestre, el control de zoonosis y la promoción de entornos saludables.
Tal como recuerda la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), los servicios veterinarios son considerados un bien público internacional por su rol en la salud animal y humana.