En la pequeña localidad de Gardey, partido de Tandil, hay un edificio que guarda más de un siglo de historia y que fue testigo del nacimiento y desarrollo del pueblo. El Almacén Vulcano, construido en 1902, abrió sus puertas once años antes de la fundación oficial de la localidad. Y aunque cambió de dueños, de nombre y de rubro, todavía se mantiene en pie, convertido hoy en un punto de encuentro para vecinos, turistas y amantes de las tradiciones rurales.
La historia del Almacén Vulcano se remonta a 1902, cuando Juan Gardey —dueño de las tierras donde luego se fundaría el pueblo— construyó este edificio frente a la flamante estación del ferrocarril, inaugurada en 1885. En aquel entonces funcionaba como posta de carretas, ofreciendo hospedaje y comida a quienes cruzaban la zona y luego como un gran almacén de ramos generales bajo el nombre “Las Orquetas”.
Once años después, en 1913, se fundó oficialmente el pueblo, pero para entonces el almacén ya era parte del paisaje cotidiano. La historia de la localidad se remonta a su fundación por Pablo Guglieri, quien adquirió tierras de Eduardo Gardey con el propósito de urbanizarlas. Originalmente, el pubelo fue conocido como “El Pilar”, pero el pueblo cambió su nombre en honor al propietario de las tierras.
Una década más tarde, el local fue comprado por la familia Vulcano, que lo rebautizó y lo mantuvo activo como almacén de ramos generales durante gran parte del siglo XX. Allí se vendía desde harina y yerba hasta herramientas, telas y todo lo que un poblador rural pudiera necesitar.
El salón delantero estaba reservado para las compras, mientras que el trasero funcionaba como despacho de bebidas, un punto de reunión donde los hombres compartían copas y charlas mientras las mujeres elegían la mercadería. Según cuentan, ese espacio cerró en los años 70 por “excesos” de algunos parroquianos, y desde entonces quedó como un recuerdo de otra época.
Cierre comercial, tren y regreso gastronómico
El Almacén Vulcano funcionó como comercio hasta 1997. Luego, su último responsable vendió la mercadería y el edificio se convirtió en centro cultural. En 2016, con la reactivación del tren turístico rural que unía Tandil, Gardey y Vela, volvió a abrir como restaurante y parador. Durante la pandemia cambió de manos nuevamente: Juan Ignacio “Panchi” Liverotti lo alquiló y lo puso en funcionamiento apenas se levantaron las restricciones.
Hoy, el local conserva gran parte de su estética original: techos altos, estanterías de madera, piso gastado por el paso de generaciones y un mostrador que parece detenido en el tiempo. Allí se sirven sándwiches, picadas, cervezas y gaseosas, y también se venden productos regionales.
Museo de Malvinas: un tesoro en la parte trasera
Compartiendo el mismo edificio, se encuentra el Museo de Malvinas de Gardey, uno de los más completos del país según sus visitantes. Fue creado por Santiago Calvo, quien durante más de 35 años reunió piezas donadas por veteranos y familiares de caídos en la guerra.
Entre sus vitrinas y salas se pueden ver medallas, uniformes, cascos, trajes de combate, paracaídas, misiles, tanques de combustible e incluso el motor de un avión. Las historias que surgen en las visitas, sobre todo cuando asisten excombatientes, convierten el recorrido en una experiencia profundamente emotiva.
Escenario de cine y atractivo turístico
En 2024, el Almacén Vulcano fue locación de la película de Netflix “Campamento con mamá“, protagonizada por Natalia Oreiro, Pablo Rago y Dalia Gutmann. El rodaje “revolucionó” el pueblo y sumó un nuevo capítulo a la historia de este rincón centenario.
Pero Gardey ofrece mucho más: la estación de tren, la plaza central —única en el país con pileta de natación pública—, un circuito de arte visual con murales de fauna local, una antigua fábrica de quesos abandonada y un puesto de emprendedoras que venden productos artesanales.
Ubicada a 25 km de Tandil y 80 km de Azul, la localidad combina aire de campo, historia viva y hospitalidad. Llegar al Almacén Vulcano es viajar en el tiempo y descubrir que, en algunos lugares, el pasado sigue sirviéndose detrás de un mostrador de madera.