¿Qué historia nos contaron en la escuela? Apenas uno comienza a leer de historia argentina choca contra la versión esquemática que brinda la educación formal. De eso trata esta columna de DataJungla.
Los presentados como demonios, en verdad eran legítimos representantes populares, como los caudillos, tema que ya tocamos al hablar de “Las masas y las lanzas”, de Jorge Abelardo Ramos.
“Si a la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oir, que oiga” cantó Lito Nebia ya hace algunas décadas. Y de paso lo escuchamos.
A contar esa otra historia se dedica el libro que recomendamos
Poco nos hablaron de Manuel Dorrego, el primero de nuestros líderes nacionales y populares. Tal vez, tangencialmente, supimos que fue fusilado por el General Lavalle, no mucho más. Hasta que apareció Hernán Brienza, con su libro “El loco Dorrego ” y actualizó esa historia haciendo justicia a Manuel Dorrego. En una charla escuché decir a Hernán que la mayoría de los pueblos de la provincia tienen una calle homenajeando a su fusilador, Juan Lavalle, pero casi ninguna lleva su nombre. Repasé de memoria los pueblos que conocía y confirmé que así era.
Así que hoy recomendamos “El loco Dorrego”, de Hernán Brienza.
Allí se narra la historia de ese caudillo nacional y popular ocultado por la historiografía oficial. Lanzado en 2007, el libro tuvo una serie de reediciones, la última de las cuales fue en 2023, lo que marca la vigencia de ese trabajo, amplio, de más de 350 páginas que recorren la vida de quien fuera el coronel Dorrego.
Dice Horacio González: “Hernán Brienza quiere a su Dorrego. Lo llama loco porque en su época le dijeron loco. Pero como queda demostrado en su libro, era un personaje que pertenecía a la especie de los hombres que no estaban calmos en ningún esquema preconcebido, como si ‘estuvieran de más’, y sin embargo representaban un sentido que ni siquiera en las grandes revoluciones suele ser habitual”.
Cada vez que hablamos de la historia, la presentamos no como algo muerto, un mero recuerdo, sino como memoria viva, que nos ayuda a construir el futuro. Con Dorrego, obviamente, también está esa posibilidad de visitar lo que ocurrió para continuar con la construcción del presente y lo que vendrá. Lo dice el mismo Brienza: “me animo a aventurar que Dorrego nos habla de la violencia política, de la casa dividida que es nuestra patria, de una matriz determinada donde surgen todos los desencuentros y donde nace la sinfonía de la sangre y el fuego”.
Brienza, periodista y politólogo, es un pensador atrevido, que no teme meterse con temas sacralizados y conflictuarlos. Como en éste párrafo, donde nos narra la matriz trágica de la historia argentina: “casi siempre son los representantes del Liberalismo Reaccionario en la Argentina quienes interrumpen el orden constitucional y asesinan. Lavalle, Mitre, Sarmiento, Aramburu, Rojas, Videla son apenas los apellidos militares que usan el poder económico real y el simbólico en las sombras. Detrás de ellos se ocultan los apellidos civiles: los Rivadavia, los Agüero, los Del Carril, los Martínez de Hoz. (…) Pero esa matriz también tiene su contracara. Y está formada por los que siempre mueren: los Dorrego, los Chilavert, los Peñaloza, los degollados de Cañada de Gómez, las miles de víctimas de los coroneles de Mitre, los fusilados de la Patagonia, las víctimas del bombardeo de la Plaza de Mayo, los Valle, los Vallese, los 30.000 desaparecidos. Es decir, siempre mueren aquellos que se niegan a ser mandados”.
Y no sólo mueren. También son humillados tras la muerte por los poderes reales: la plaza que se ubica frente a los Tribunales en la ciudad de Buenos Aires lleva el nombre de Juan Lavalle e incluye un monumento en su homenaje, se levanta, no casualmente, sobre terrenos que pertenecieron a la familia Dorrego.
Brienza, autor de más de una docena de libros, es un narrador provocativo, tanto en sus libros como en sus apariciones en los medios de comunicación o sus disertaciones. Se mete con todos, y con todo. Busca des-sacralizar. Siempre es atractivo escucharlo, buceando en cuestiones aparentemente “intocables” para ayudarnos a pensar. La última vez que lo escuché en una radio, transitábamos la ruta 3, de regreso a mi pueblo, unos meses antes del triunfo de Milei. No recuerdo la emisora, ni tengo la cita textual. Provocaba, y ayudaba a pensar, como siempre. Decía que los ciudadanos argentinos en algún momento deberemos responsabilizarnos de nuestras decisiones: si votamos a Menem, y nos cagó; a De la Rúa, y nos cagó; a éste y nos cagó; al otro, que también nos cagó, deberíamos reflexionar sobre la forma en que definimos nuestro voto, sobre la información que no nos preocupamos en buscar antes de votar. Como se solía decir en las viejas escuelas: “si un niño no aprende, el problema es el niño; si un grupo entero no aprende, el problema es la maestra”. Algo así, pero con nosotros los ciudadanos y nuestras decisiones electorales. Es bueno pensar sobre nuestras obligaciones y compromisos como ciudadanos.
De paso sugiero que lo sigan en Twitter (click acá) donde también podrán apreciar, en estado puro, su capacidad de reflexionar sobre los temas que nos preocupan actualmente. Colo de refilón éste posteo sobre los aumentos a las prepagas, lúcido y gracioso, como muchos de los que encontrarán allí: “Ops… los libertarios se desayunaron con que el mercado no se regula solo… y quieren intervenir retrotrayendo el precio de las prepagas… en 50 años evolucionan y llegan al peronismo…”. Jaja, está muy bien, lástima que no haya tiempo para esperarlos.
Recomendamos no desperdiciar la oportunidad de conocer la vida del coronel Manuel Dorrego, de la mano de la mente inquieta de Hernán Brienza y de su pluma vibrante. Porque además, Brienza escribe bien. Dorrego vuelve a vivir en sus páginas y nos muestra la complejidad de la historia, tan distinta de la historia de cartón con la que tantas veces se oculta la verdadera historia y su complejidad.