Aunque su partida de nacimiento diga “Chicago, Illinois”, nadie que lo haya escuchado hablar ni que lo haya visto abrazar costumbres y afectos en el norte pobre del Perú podría calificarlo de “típico estadounidense”. El nuevo Papa León XIV, nombre elegido por Robert Francis Prevost al ser consagrado por el cónclave como sucesor de Francisco, es mucho más que un norteamericano: es un hijo adoptivo del Perú, un latinoamericano de alma, lengua, (morfi) y corazón.
Prevost no solo vivió casi cuatro décadas en tierras peruanas —con una breve interrupción— sino que también obtuvo la ciudadanía peruana, documento de identidad local y, más importante aún, la confianza y el afecto de miles de fieles en Chiclayo, donde fue obispo durante ocho años. Allí predicó, caminó y celebró misas en los barrios humildes, aprendió un español impecable con apenas un dejo de acento anglosajón, y se empapó de una cultura que hoy lleva como propia.
HASTA SU SANGRE ES LATINA
Su vínculo con América Latina no es solo pastoral ni lingüístico. Lo atraviesa también la sangre: su madre, Mildred Martínez, tenía raíces hispanas. Quizás por eso, quizás por vocación, o quizás por destino, Robert Francis Prevost fue uno de los más estrechos colaboradores del papa Francisco en Roma, adonde llegó en 2023 convocado personalmente por el pontífice argentino, quien años antes lo había consagrado obispo y más tarde lo hizo cardenal.
La elección del nombre papal tampoco es casual. León XIV retoma el linaje de León XIII, autor de la histórica encíclica Rerum Novarum, que a fines del siglo XIX inauguró lo que hoy se conoce como la doctrina social de la Iglesia, una línea que denuncia las injusticias estructurales y pone en el centro a los pobres.
No es difícil trazar el hilo que une ese gesto simbólico con el pontificado reformista y popular de Francisco, de quien el flamante papa se considera heredero. Aunque algunos observadores marcan que León XIV podría no tener el mismo impulso aperturista que su predecesor, nadie duda de que comparte su sensibilidad por los márgenes y sus marginados.
CEVICHE, CABRITO Y “SECO”
En una entrevista concedida a medios locales peruanos en 2023, cuando dejaba Chiclayo para mudarse al Vaticano, Prevost se mostró visiblemente conmovido. “Me va a costar salir de aquí. Extrañaré la comida, el cariño de la gente, la alegría de esta Iglesia”, dijo, mencionando con deleite platos como el ceviche, el seco de cabrito y la sazón lambayecana. “Siempre estaré cercano al Perú”, aseguró, con una imagen de fondo en la que, casualidad o no, se lo veía a Francisco, su mentor y guía.
Hoy, León XIV inicia una nueva etapa en Roma, pero lleva consigo algo más que una sotana blanca: lleva el alma andina, el español con ritmo de Chiclayo y la memoria viva de un pueblo que lo adoptó como uno más. Un papa estadounidense que, en el fondo, ya no lo es tanto.