La impresión que quedó es que la periodista de La Nación Más, Débora Plager, se enojó con el portavoz en su primera conferencia de prensa: “No hay nada para reírse, Adorni”, se oyó claramente en la emisión.
Era su debut como vocero presidencial, y el economista ultra liberal Manuel Adorni sufrió desperfectos técnicos que intentó minimizar con una amplia sonrisa que demostrara buen humor para no darle importancia a la situación tensa.
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La periodista de ideología macrista de LN+ no parece haberlo vivido del mismo modo, al juzgar por la contundente frase que se pudo oir claramente al aire, aunque no parece haber sido su plan que así sucediera.
Por supuesto no pasó desapercibida la “filtración” y rápidamente se viralizó en redes sociales ese momento de controversia entre ambos representantes de la derecha mediática.
A la periodista Débora Plager le quedó abierto el micrófono en LN+, y se escuchó una crítica a la sonrisa y la alegría que transmitía el nuevo portavoz oficial Manuel Adorni en su primer conferencia de prensa
La realidad es que al ser las primeras horas de un nuevo gobierno de signo político ultraderechista, es incierto como se posicionarán aún los nombres más “encumbrados” del conglomerado de medios privados.
Esta mínima situación que trasunta poniendo en el debate público lo que normalmente no se ve ni escucha (y que sucede tras bambalinas) empieza a mostrar el reacomodo de cada comunicador de acuerdo a sus cercanías o lejanías ideológicas, o bien por sus afinidades respecto a si pudieron o no recibir algún beneficio concreto con el cambio de signo.
¿CONSEJO O REPROCHE?
Por eso es que ante este incidente ya se empiezan a tejer interpretaciones. Débora Plager parece estar dándole “indicaciones de forma” a Manuel Adorni en cuanto al lenguaje corporal y la comunicación oficial. Da la impresión como si le estuviese “marcando la cancha” al nuevo funcionario, acerca de como debe cumplir sus funciones.
“No hay nada para reírse Adorni“, sonó a una, advertencia dicha para sí misma, pero que indudablemente representa entre un reproche y un consejo al inexperimentado portavoz oficial.
Fue entonces que Plager (se supone que sin saber que el micrófono de La Nación Más estaba aún abierto) lo conminó a reflexionar sobre lo inapropiado de su sonrisa y su gestualidad alegre, cuando segundos después solo tenía para comunicar todas malas noticias.
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