Ni las imágenes ni el contenido del video que muestra al ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, ofreciéndole reuniones con jueces y ayuda mediática a un activista extranjero acusado por abuso sexual, parecen haber inquietado a Javier Milei. El presidente no solo tiene decidido mantenerlo en el cargo, sino que, fiel a su estilo, eligió apuntar contra los periodistas que revelaron su caso, en lugar de dar explicaciones sobre el accionar de su candidato.
Desde la Casa Rosada dejaron trascender que no habrá sanciones para el mediático abogado, pese al repudio generalizado que generó su conversación con el estadounidense Tim Ballard. Según informó una fuente oficial consultada por la agencia Noticias Argentinas, se trató de “una reunión oficial” y los fragmentos difundidos por Jorge Rial y Mauro Federico estarían “editados para tergiversar” la escena. El gobierno sostiene así una versión poco consistente, al sugerir que una cita formal justificaría la oferta de influencias dentro del Poder Judicial y la promoción pública a un hombre denunciado por abuso.
El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, incluso fue más allá: aseguró no haber visto el video (a pesar de su circulación masiva en redes y medios) y sostuvo que no cree que Cúneo Libarona le haya ofrecido sus servicios a Ballard. Para justificarlo, aportó un ejemplo inconexo: mencionó el caso de abuso en Argentina en el que una madre habría acusado falsamente al padre de sus hijos. Lejos de aliviar el escándalo, el comentario de Francos profundizó las críticas por la banalización del hecho.
Mientras tanto, las principales figuras de la oposición exigieron la renuncia del titular de Justicia, aunque en el oficialismo ya anticiparon que eso no sucederá. “No lo van a correr y no va a haber aclaraciones”, confió otro funcionario libertario. La decisión parece más vinculada a preservar el equilibrio interno del Gabinete que a una evaluación ética o institucional sobre los hechos. Incluso se especula con que el nombre de Cúneo Libarona podría formar parte de una futura reconfiguración del equipo presidencial después de las elecciones de octubre.
Un exponente de la casta que Milei decía combatir
En medio de los discursos libertarios contra “la casta política”, pocos hombres del círculo cercano al Presidente representan mejor y emanan tanto esa lógica que Cúneo Libarona. Su carrera política incluye vínculos con el menemismo, acusaciones por encubrimiento en la causa AMIA (por la que estuvo preso un mes en 1997) y un oscuro entramado de denuncias vinculadas al caso Lourdes Di Natale, su ex pareja, quien murió en circunstancias aún no esclarecidas. La Corte Suprema reabrió esa investigación en 2015, tras el testimonio de la hija de ambos, quien sostuvo que su madre fue asesinada.
Nada de eso parece pesar para Milei, que eligió blindar al ministro incluso ante una escena que evidencia la promesa de favores estatales a un extranjero con múltiples denuncias. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ya había advertido sobre Ballard meses atrás, cuando se difundió una foto suya con el Presidente en la cumbre conservadora CPAC. Pero ni ese aviso, ni el escándalo actual, bastaron para activar alarmas en Balcarce 50.
En cambio, el Gobierno decidió cerrar filas, desviar el foco hacia los comunicadores que difundieron la grabación y reforzar el discurso negacionista. Como si el video no existiera, como si la indignación pública no importara. Y como si la vara moral del oficialismo, tan alta para los ajenos, no se diluyera cuando las sombras se proyectan sobre los propios.