La militancia residual del PRO —un grupo de fieles que todavía se aferra a la boleta amarilla como si fuera una servilleta firmada por Macri en el restaurante Kansas— anda con la imaginación encendida. Y no por una nueva propuesta política ni por un repunte electoral, sino porque Marcos Galperín, el pope de Mercado Libre, anunció que deja el cargo de CEO y justo, justo, el fondo de la app de Mercado Pago se volvió más amarillo que nunca.
Para muchos, eso no fue una simple coincidencia de marketing sino, atención, una señal. Un guiño. Un código oculto para entendidos…
Y así, sin escalas, pasaron del “Galperín es crack” al “¿se imaginan a Galperín presidente con el PRO?”. Una fantasía que, para algunos, ya roza lo erótico.
MACRI DE SALIDA, EL PRO DESCABEZADO
Es que el macrismo huérfano está sediento de un nuevo líder, alguien que encarne lo que alguna vez fue su épica de CEO exitoso devenido en salvador de la patria. Y Galperín, con su cara de LinkedIn premium y su currículum Silicon Valley, parece caerles como una estampita tecnológica enviada del cielo del libre mercado.
“Ahora que deja la empresa, puede ser nuestro outsider”, suspiran algunos usuarios en redes, como si hubieran leído la carta natal del algoritmo.
No importa que viva en Uruguay, que nunca haya pisado una local partidario, ni que probablemente le dé urticaria la idea de tener que ir a una peña en Lomas de Zamora. Lo que importa es el símbolo: el amarillo volvió.
En esta especie de delirio con esteroides, se empieza a construir una épica. Que si la app cambió de color es porque quiere “unificar la marca” con el PRO.
Que si deja la empresa es para tener las manos libres.
Que si siempre opinó en Twitter a favor de la apertura económica, es porque “ya se estaba preparando”.
GALPERÍN PROBABLEMENTE NI ENTERADO
Y mientras tanto, Galperín no dice ni mu. Ni confirma, ni desmiente. Y eso en este ecosistema es combustible puro. Porque el PRO —cada vez más chico, más corrido por La Libertad Avanza y más confundido entre sus propias internas— necesita un nuevo mito.
Y si el mito viene con delivery en 24 horas y posibilidad de pagar en 6 cuotas sin interés, mejor.
Lo cierto es que detrás de este delirio simpático se esconde una verdad más incómoda: el PRO, que supo abonar a la agenda política del país durante más de una década, hoy no encuentra una figura capaz de liderarlo ni una narrativa que lo reactive.
Y en ese vacío, cualquier cosa puede parecer viable. Incluso Galperín. Incluso una app amarilla como prólogo de una candidatura. Incluso un QR que no lleva al pago, sino a lo sumo a unas PASO.
¿Es probable? No. ¿Es posible? Apenas. ¿Es deseado por algunos? Con una pasión que asusta un poco.
Porque cuando un partido político pone todas sus fichas en la renuncia de un empresario ‘tech’, más que estrategia parece un pedido desesperado al oráculo de los unicornios.
Pero bueno, como dicen ellos mismos: “sí, se puede”. Aunque no se sepa bien qué.