Cuando uno cree que ya no hay margen para mayor obsecuencia dentro del elenco libertario, aparece Gerardo Milman con su ya habitual combinación de desfachatez, oportunismo y peligro. El diputado del PRO. decidió este viernes 13 de junio regalarle a Javier Milei un gesto de vasallaje internacional que, de tan grotesco, no solo provoca vergüenza ajena, sino preocupación real.
Todo surgió a raíz del bombardeo sorpresa que Israel lanzó contra Irán, una operación de altísimo riesgo bautizada “León Ascendente“.
En medio del caos diplomático que provocó la ofensiva israelí y con los líderes mundiales tratando de calibrar sus posiciones para evitar una escalada, Milman escribió en X (ex Twitter) un mensaje que a pesar de ser hecho por puro “lamebotas” puede aparejar consecuencias de infortunios geopolíticos.
Dijo Milman: “La operación lanzada por Israel esta noche se denominó ‘León Ascendente’ y comenzó 5 horas después de que el Presidente @JMilei despegara de Tel Aviv.”
¿Una señal divina? ¿Una coincidencia casual con olor a mesianismo? ¿Un intento de hacerle creer al mundo que Milei no solo inspira movimientos económicos, sino también bélicos? Nada de eso. Solo el manotazo desesperado de un legislador que busca quizás saltar a las filas de La Libertad Avanza y congraciarse con el presidente, aún a costa de exponer a todo el país a consecuencias diplomáticas y militares de primer orden.
El problema no es que Milman haga el ridículo en redes sociales, cosa que viene logrando con perseverancia. El problema es que, en su afán de convertirse en el mejor alumno del aula libertaria, es capaz de alinear simbólicamente a la Argentina con una operación militar de altísimo voltaje en Medio Oriente.
Porque si alguien de cierta relevancia política, como este ex secretario de seguridad interior de Patricia Bullrich sugiere públicamente que la ofensiva israelí se inspiró en Milei, y que el nombre “León Ascendente” fue algo así como un homenaje bélico al mandatario, lo que hacés es poner la bandera argentina al lado de los misiles. Y eso, más allá del tuit torpe, es gravísimo.
PRONTUARIO DE GERARDO MILMAN
A esta altura, es necesario recordar quién es Milman. No es cualquier funcionario. Es el mismo que, como quedó dicho, fue mano derecha de Patricia Bullrich. El mismo que borró todos los datos de su celular cuando la Justicia investigaba el intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner en 2022, y en el que fue apuntado por su frase en un café de Buenos Aires acerca del conocimiento previo de lo que vivió CFK al entrar a su departamento de Recoleta.
El mismo que se jactó de esa destrucción de evidencia con una impunidad tan explícita como su sumisión política. Hoy, ese mismo hombre se permite jugar con fuego internacional para sumar likes entre los libertarios de paladar negro.
La frase de su tuit no solo es ridícula por lo místico del paralelismo entre el vuelo presidencial y la ofensiva israelí; también lo es por su brutal falta de responsabilidad institucional.
¿Y SI IRÁN DECIDE ATACAR AQUÍ?
¿Qué cree Milman que pasará si en Teherán alguien lee su mensaje como una admisión tácita de complicidad argentina en el ataque? ¿Acaso no comprende que estamos hablando de un conflicto con capacidad real de desatar una guerra regional o incluso mundial? ¿Tan desesperado está por quedar bien con Milei que se olvida que representa al pueblo argentino y no al gobierno israelí?
Este tipo de posturas no son gratuitas. Cuando un diputado de la Nación blanquea en redes una simpatía tan explícita por una operación militar extranjera, no es solo un tuit más.
Es una muestra de cómo la política exterior argentina, en manos de improvisados o fanáticos, puede convertirse en un riesgo para todos. Si Irán interpreta que Argentina celebró —o participó simbólicamente— de la agresión, entonces nuestro país pasa a figurar en la lista de potenciales blancos de represalia. No es una exageración: es geopolítica básica.
Gerardo Milman no está solo en este camino del servilismo sin límites. Pero esta vez, su necesidad de agradar lo llevó más allá del ridículo. Nos puso a todos en el centro de una diana internacional. Y todo por un tuit. Por un nombre de fantasía. Por demostrarle al león libertario que él también puede rugir. Aunque sea desde el teclado. Aunque con eso nos meta en una guerra que no es nuestra.