La historia argentina fue y sigue siendo escenario de duelos políticos memorables, pero pocos tan persistentes como el enfrentamiento entre el poder central y la provincia de Buenos Aires.
No es solo una cuestión de jurisdicción: es una disputa por el corazón del país, por el centro de gravedad del poder. Desde que Buenos Aires dejó de ser capital de la provincia y La Plata nació de la nada como un sueño de mármol y cúpulas, los gobernadores bonaerenses y los presidentes de la Nación se miran con recelo, como dos titanes obligados a coexistir en un mismo territorio.
Dardo Rocha vs. Julio Argentino Roca: la ciudad que nació del conflicto
En 1880, la ciudad de Buenos Aires fue separada de la provincia y convertida en capital de la Nación. Para muchos, fue la solución a un problema que venía desde la organización nacional, pero para Dardo Rocha fue un golpe a la identidad bonaerense.
La provincia, despojada de su capital, necesitaba un nuevo símbolo, y Rocha lo encontró en una idea grandiosa: fundar desde cero una ciudad que le devolviera el esplendor perdido.
Así nació La Plata, la “ciudad del futuro”, la urbe meticulosamente planificada que debía ser un faro del progreso y la autonomía bonaerense.
Pero el presidente Julio Argentino Roca veía las cosas de otra manera. Para él, Rocha estaba construyendo un monumento a su propio ego y, peor aún, consolidando un poder provincial que podía hacerle sombra a la Nación.
Las tensiones se manifestaron en roces administrativos, en luchas presupuestarias y en un enfrentamiento velado entre un caudillo del interior y un porteño que no se resignaba a perder influencia.
Hipólito Yrigoyen y la intervención fallida
La presidencia de Hipólito Yrigoyen fue el despertar de una nueva política, una en la que el voto popular y las masas movilizadas reemplazaban el dominio de los viejos apellidos.
Pero el radicalismo, que había llegado al poder con promesas de justicia y cambio, encontró en Buenos Aires un territorio hostil.
El gobernador Valentín Vergara, aunque radical como Yrigoyen, no era un incondicional del presidente. Las tensiones entre ambos crecieron hasta que, en su segundo mandato, Yrigoyen intentó intervenir la provincia. No llegó a concretarlo: el golpe militar de 1930 interrumpió su gobierno y lo confinó al olvido.
Pero la intención estaba clara: Buenos Aires era demasiado importante como para quedar en manos de alguien que no respondiera ciegamente al poder central.
Perón y Mercante: el hijo pródigo desterrado
Si alguna vez hubo un gobernador de Buenos Aires que pudo desafiar la autoridad presidencial con su sola presencia, ese fue Domingo Mercante.
Peronista de la primera hora, confidente de Evita, héroe de la política social, Mercante gobernó Buenos Aires con una mezcla de pragmatismo y lealtad al pueblo.
Pero Perón no admitía sombras. A medida que Mercante consolidaba su poder, el presidente empezó a verlo como un posible rival. Se dice que Evita lo adoraba y que incluso lo imaginaba como su sucesor, pero Perón no compartía ese entusiasmo.
Cuando llegó la hora de renovar su mandato, el general lo dejó de lado, forzando su salida de la política.
Mercante, el gobernador que soñaba con una provincia fuerte y autónoma dentro del movimiento peronista, terminó exiliado del poder.
Su legado fue barrido por la historia oficial, pero su caso sigue siendo una advertencia para todo gobernador bonaerense que sueñe con desafiar al presidente de turno.
La pelea entre Alfonsín y Armendáriz
En tiempos más recientes, Raúl Alfonsín (1983-1989) y el gobernador Alejandro Armendáriz, ambos radicales, tuvieron diferencias sobre el manejo económico de la provincia. Alfonsín priorizó un modelo de ajuste fiscal que perjudicó a Buenos Aires, lo que generó tensiones internas en la UCR y debilitó el liderazgo de Armendáriz.
Menem vs. Duhalde: del amor al odio
El gobierno de Carlos Menem (1989-1999) también tuvo choques con su gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde.
Duhalde, vale recordar, fue primero vicepresidente del Riojano, aunque al poco tiempo renunció para ser candidato y luego Gobernador de la provincia de Buenos Aires. Aunque en un principio fueron aliados, Duhalde se convirtió en una figura con poder propio y desafió la autoridad del presidente, especialmente cuando empezó a construir su candidatura presidencial para el 99’.
Los dos principales dirigentes peronistas de entonces encontraron una solución pacífica a sus diferencias: Carlos Menem le dio a Buenos Aires el Fondo de Reparación Histórica del Conurbano, una caja constituída con una enorme porción de la recaudación del Impuesto a las Ganancias.
Con esos fondos, Duhalde gobernó “holgado” una provincia siempre conflictiva desde el punto de vista económico – financiero y construyó un polo de poder con el que más tarde desafió al propio Menem.
Cristina Kirchner y Scioli: una tensión contenida
Un conflicto más reciente fue el de Cristina Fernández de Kirchner con Daniel Scioli, gobernador entre 2007 y 2015.
Scioli, de perfil moderado, se distanció progresivamente del kirchnerismo puro, lo que llevó a disputas constantes por el financiamiento de la provincia y la falta de apoyo explícito de la Casa Rosada a su candidatura presidencial en 2015.
Milei y Kicillof: nuevo eco del pasado
Cada nuevo enfrentamiento entre un presidente y un gobernador bonaerense no es más que la repetición de un viejo drama con nuevos protagonistas.
Javier Milei, con su ataque a Kicillof y su insólita exigencia de renuncia, no está inventando nada nuevo.
Solo está desempolvando una vieja rivalidad que, desde 1882, se repite con distintos nombres y distintos contextos, pero con el mismo trasfondo: la lucha eterna entre la Nación y la provincia más poderosa del país.