Manuel Panaro está viviendo un sueño. Uno del que no quiere despertar. Porque a esta posibilidad de jugar de Gimnasia, cada día que pasa le va sumando nuevas vivencias inolvidables. En Mendoza, ante Godoy Cruz, se dio una de las que más quería: convertir su primer gol en Primera. Dicen que hay dos momentos que un jugador nunca olvida. Primero, su debut en la Máxima. Después, su estreno en la red. Pues el delantero ya tiene los dos casilleros llenos.
“Esto no me lo olvido más, estoy muy contento. Pienso en mi familia, en amigos allá en Bolívar. Con Independiente estuve cerca de convertir, esta vez lo soñé y se dio”, dijo apenas terminó el partido. Fue el autor del 1-0 y asistió a Torres para el 2-0 parcial. Claro, fue la figura del equipo.
Luego, dio las claves de este gran triunfo de Gimnasia: “Somos otro equipo desde el partido con San Lorenzo. Ahí hubo una mejora. Estuvimos ordenados, corrimos un montón, sabemos los duro que somos”, dijo sobre la victoria por 2 a 1 ante Godoy Cruz.
“Somos duros”, fue un término que repitió un par de veces en la entrevista que dio en la TV. “Sufrimos pero la bancamos bien. Estamos contentos”, agregó.
Y sobre el valor de este triunfo pensando en escaparle al descenso, Panaro dio vuelta la tabla. “Nosotros pensamos en sumar y en la tabla de arriba, en meter a Gimnasia en una Copa”, aseguró, entusiasmado por la segunda victoria al hilo.
La historia de Panaro y su vínculo con Gimnasia
Manuel Panaro siempre supo que jugaría en Gimnasia. Una vocecita se lo decía. Algo intuía cuando veía los partidos del Lobo desde Qatar, su primer destino internacional post Aldosivi. Comprendió, en tierras árabes fértiles para las terceras estrellas, que le tocaría vestir la camiseta que lucía su primo, Ignacio Miramón.
La que defendía Alan Lescano, su amigo y coterráneo de su Bolívar natal. Y que quizás en algún momento podría coincidir en el club con su hermano Bauti, quien transita las últimas etapas en Inferiores.

Nacido en Bolívar en 2002, en una familia profundamente ligada a la pelota, su destino parecía estar marcado desde la cuna. Panaro dio sus primeros pasos profesionales en Aldosivi, donde debutó en Primera y disputó 29 partidos.
Luego, en una experiencia que parecía exótica pero que terminó siendo determinante para su madurez, viajó a Qatar y se sumó a Al Shahaniya. Allí ascendió a Primera, siendo figura, con tres goles y dos asistencias en apenas ocho encuentros, sin dejar de ver nunca a GELP para alentar a sus afectos.
El invierno del 2024 lo encontró de regreso. Fue una apuesta de la dirigencia, que lo incorporó al plantel y lo sumó primero a la Copa Proyección con la Reserva. Allí mostró que estaba listo: jugó nueve partidos y convirtió tres goles. Desde fines de ese año, empezó a demostrar en Primera. Y su crecimiento lo llevó a extender su vínculo hasta diciembre de 2027.
Hoy, con 23 años y las ideas claras, es titular en el equipo de Orfila y más que eso: figura del Lobo. Lo demostró en Mendoza.