Guillermo Francos fue funcionario de todos. O al menos de casi todos. Concejal, diputado, banquero, representante internacional, ministro. Desde 1973 vinculado al Estado, es difícil encontrar otro dirigente que haya ocupado tantos cargos en gobiernos tan distintos. Hoy, sin embargo, es uno de los pilares de Javier Milei, el presidente que llegó prometiendo “terminar con la casta”.
Francos es mucho más que el ministro del Interior. Es el fusible que el Gobierno utiliza cuando hay que contener crisis, desmentir escándalos o apagar incendios. Lo fue hace una semana cuando estalló el caso Tim Ballard; también cuando se cayó el pacto con los gobernadores o cuando Milei insulta en redes. La pregunta inevitable es: ¿por qué es él quien sale a poner la cara? Quizás porque lleva una vida entera en política y ya conoce el oficio. O, como dice la oposición, porque es “el más casta de todos”.
Así lo definió Germán Martínez, jefe del bloque Unión por la Patria en Diputados, quien lo cruzó con dureza en una entrevista radial: “Fue funcionario nuestro Guillermo Francos, hasta que se fue con Milei y decidió renunciar. Fue el delegado de Argentina ante el BID y cobraba en dólares, durante 46 meses de los 48 de Alberto Fernández. Se llevaba entre 15 y 20 mil dólares por mes. Así que, si hay alguien casta de este gobierno, se llama Guillermo Francos”, denunció. Y agregó: “Desde el año 73 que es funcionario. Descubrió la vida dos meses antes, renunció, y ahora juega de outsider. Esa es la realidad de Guillermo Francos”.
Una vida a costa del Estado
Los datos lo respaldan. Francos fue concejal en la Capital Federal entre 1985 y 1994, luego diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires entre 1997 y 2000, y más adelante presidente del Banco Provincia durante la gestión de Daniel Scioli entre 2007 y 2011. Más recientemente, fue representante de la Argentina ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) entre diciembre de 2019 y septiembre de 2023, con Alberto Fernández como presidente. En ese cargo, según denuncian desde el peronismo, cobró su salario en dólares.
Desde Unión por la Patria, lo señalan como uno de los símbolos de la contradicción entre el discurso libertario y la práctica política: “Que me diga en qué momento Néstor o Cristina contrajeron deuda en dólares”, desafió Martínez. Y remató: “La deuda la generaron Menem, Macri y ahora Milei”.
Superávit a costa del ajuste y una sesión que le marcó la cancha al oficialismo
Las críticas a Francos surgieron tras una de las sesiones más duras que vivió el oficialismo en la Cámara de Diputados. En una jornada maratónica, la oposición logró aprobar leyes clave como el financiamiento universitario y un nuevo régimen para el Hospital Garrahan, rechazó cinco DNU del Gobierno y emplazó comisiones para debatir la emergencia en ciencia y tecnología, la ley de Alzheimer y demandas provinciales.
“Unión por la Patria puso más del 60% de los votos afirmativos, pero esto no fue una acción aislada. Hubo una mayoría que se sostuvo en el tiempo y que permitió resistir la embestida del oficialismo”, explicó Martínez. “Protegimos instituciones claves como el INTI, el INTA, el Banco de Datos Genéticos, la Marina Mercante. Fue una sesión estratégica”, agregó.
El diputado también desmontó el relato del “superávit” que repite Milei: “El FMI ya le dijo a la Argentina que no tiene superávit. Y si existiera, fue a costa de recortes brutales: a universidades, jubilaciones, subsidios, obra pública y fondos provinciales. Santa Fe fue absolutamente perjudicada”. Entre los recortes más graves enumeró la eliminación del Fondo de Incentivo Docente, el retiro de subsidios al transporte y la paralización total de la obra pública. “El colectivo en Rosario pasó de 240 pesos en diciembre a 1580 esta semana”, graficó.
En ese contexto de ajuste, Francos aparece como el vocero político de un gobierno que promete “libertad” pero aplica recortes severos. Y mientras Milei habla de terminar con la casta, su ministro estrella acumula décadas en cargos públicos, cobra en dólares y negocia con todos los sectores del poder. La casta, parece, no se fue. Cambió de camiseta.