El dato es contundente: 23,5% de los hogares de Mar del Plata se encuentran bajo la línea de pobreza multidimensional, según el informe elaborado por la UCA y la organización Mar del Plata Entre Todos. La cifra es menor al pico pandémico de 2020 (28,1%), pero aún se ubica cinco puntos por encima del piso registrado en 2018 (18,7%).
Más alarmante aún es la profundidad de las carencias. El 52% de los hogares presenta al menos una privación básica, mientras que un 35,1% acumula dos o más carencias simultáneas. La combinación de déficit en salud, vivienda, educación o empleo refleja un núcleo duro de pobreza que no cede, incluso en contextos de relativa mejora laboral.
Los datos provocaron revuelo en La Feliz en los comienzos de la campaña electoral, donde Guillermo Montenegro, intendente desde 2019, buscará acceder a una banca en el Senado provincial encabezando la boleta de la Quinta sección electoral.
El informe advierte que, tras la recuperación parcial posterior al COVID-19, Mar del Plata ingresó en una fase de estancamiento con pobreza persistente. La estanflación de 2022-2023 agravó este cuadro, limitando el impacto de las políticas sociales y dejando expuestas las vulnerabilidades estructurales.
El empleo volvió, pero no alcanza
Uno de los datos positivos del estudio es la mejora en los indicadores laborales. La proporción de población activa sin ingresos cayó del 17,4% en 2020 al 5,9% en 2024. Del mismo modo, la tasa de desocupación ampliada descendió de un pico del 27,9% al 6,4%.
El ingreso laboral también recuperó peso dentro de la economía de los hogares: hoy representa el 97% del ingreso total familiar, un salto significativo respecto al mínimo de 54,4% registrado en plena pandemia. Estos datos indican que el empleo volvió a ocupar el centro de la escena como fuente de ingresos.
Sin embargo, esta mejora no fue suficiente para revertir la pobreza estructural. La UCA sostiene que, si bien el mercado laboral mostró signos de recuperación, las condiciones de vida de amplios sectores populares no mejoraron de manera sustancial. La informalidad, los bajos salarios y la reducción de las transferencias sociales explican parte de este fenómeno.
La desigualdad cede, pero sigue en niveles altos
El informe también analiza la distribución del ingreso en el aglomerado Mar del Plata-Batán. Si bien la brecha entre el 10% más rico y el 10% más pobre se redujo a 13,6 veces (había llegado a 22 veces en 2021), la desigualdad sigue siendo elevada en términos históricos.
Este “achicamiento” de la brecha se explica más por la recuperación de los estratos medios y bajos que por un proceso de redistribución estructural. El informe aclara que el patrón de alta desigualdad no se ha alterado: el décimo decil sigue percibiendo ingresos muy superiores a los del resto de la población.
La UCA advierte que la reducción de las brechas es un fenómeno frágil, condicionado a factores coyunturales como la reactivación pospandemia, más que a cambios de fondo en la estructura socioeconómica de la ciudad.
Planes sociales en retirada: el impacto de la AUH y las becas Progresar
Otro dato clave que explica la persistencia de la pobreza multidimensional es el retroceso de la política social como red de contención. La cobertura de la Asignación Universal por Hijo (AUH) cayó al 6,6% de los hogares marplatenses en 2024, la mitad de lo registrado en 2023 y muy lejos del 16,7% de 2020.
La Beca Progresar, orientada a jóvenes en situación de vulnerabilidad, también sufrió un desplome: pasó de cubrir al 3% de los hogares en 2023 a apenas el 0,6% en 2024. El informe señala que esta reducción de las transferencias, sumada al contexto de estanflación, debilitó la capacidad del Estado para amortiguar los efectos de la crisis.
En paralelo, la proporción de hogares que solo son vulnerables por ingresos (sin carencias no monetarias) representa menos del 5%. La mayoría de los hogares afectados por la pobreza enfrentan múltiples privaciones simultáneas, lo que refuerza la idea de un problema estructural.