Se sabía que tarde o temprano iba a suceder. Los asiduos televidentes del programa que supo reemplazar a “Televisión Registrada”, lo venían pidiendo. La salida de la conducción de Robertito Funes era cantada. Y este fin de año, que trae profundos cambios, despedidas y reagrupamientos en la TV local, lo terminó provocando.
El alegre y desenfadado notero de C5N devenido en conductor de este espacio que fue ubicado por su público como programa emblema de barricada y resistencia durante el gobierno anterior, no soportaría mucho más al frente de la emisión.
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El público pedía su cabeza y la obtuvo. Anoche se despidió para siempre de esa silla por la que pasaran Gianola, Morgado, Wainraich, Schultz, Listorti, Rago y algunos otros en las diferentes etapas y canales en los cuales incursionó ese formato de TV de archivo.
Lo paradojal en el caso de Funes Ugarte es que su postura enemiga de la grieta y las diferencias de opiniones entre argentinos le termino abriendo otra grieta aún más grande que fue la de aquellos que lo consideran un muchacho simpático con una posición neutral y la mayoría de los espectadores del envío que lo defenestraban en las redes cada semana por sus posturas, a las que consideraban tibias y hasta complacientes con personajes identificados con el macrismo o el antikirchnerismo.
De ese modo Robertito Funes no conseguía el apoyo de nadie: los propios lo destruían, cambiaban de canal cuando el hablaba, o hasta dejaban de ver el ciclo por completo. Los extraños, si bien podían considerarlo como el menos antipático de los periodistas de C5N, jamás colocarían un sábado a la noche ese programa para verlo a él.
De todos modos en un tweet final que él mismo emitió desde su cuenta, parece haberse alejado un poco de su postura anti grieta y volcarse por una posición más radicalizada si se toma lo que revelan la contundencia de sus dichos.
En los últimos meses, Roberto Funes se fue quedando solo, sin nadie que lo sostuviera en ese lugar tan apetecido por miles de periodistas llamados “militantes”, mucho más identificados con la línea editorial de los informes que allí se presentan, sin dudas las verdaderas “estrellas” del ciclo.
Si bien permanentemente manifestaban su mutuo afecto y la corrección de “tener que llevarse bien”, no fueron pocos los cruces al aire con la otra conductora del programa, Luciana Rubinska, más bancada por el público propio y asiduo de la señal, y muy odiada por los adversarios ideológicos de Sobredosis de TV y C5N.
La más recordada de estas desavenencias fue cuando Robertito defendió la postura de Susana Giménez al anunciar su “exilio” en Uruguay, y Rubinska lo cruzó fuerte al aire por priorizar su amistad con la Diva por sobre la crítica a expresiones desubicadas de Giménez.
En la última emisión no hubo excepción en la manifestación de estas diferencias entre ambos, y esta vez se marcaron justamente por la defensa del (ya ex) conductor del envío en cuanto a la neutralidad en las opiniones para cerrar esa grieta que a él tanto le preocupa y obsesiona.
Robertito Funes se despidió de SDTV con su típico planteo anti grieta
De todos modos la carrera de Roberto Funes no culmina aquí. Desde hace unos meses conduce un programa de preguntas y respuestas en la TV Pública y quizás continúe en el canal de Cristóbal López y Fabián de Souza en algún rol que le sea más amigable a su ambigua postura de querer insertarse en la farándula desde un canal cuya identidad fue construída en las antípodas de ese objetivo, al menos en los últimos 6, 7 u 8 años.
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