“Y un día soleado, después de 82 días, Pablo Grillo dejó la terapia intensiva. Salió de donde nunca debió estar. Salió con una sonrisa amplia y luminosa. Vamoooo Pablo!!!”, escribió el fotógrafo Kaloian Santos, quien retrato el momento tan esperado.
Pablo Grillo es el trabajdor de prensa de 35 años que fue herido de gravedad en una Marcha de los jubilados y permaneció en terapia intensiva, fue operado y finalmente este martes 3 de junio recibió su alta médica.
La emoción de su familia y colegas
Tal y como retrató Kaloian Santos, este martes soleado Pablo Grillo dejó la terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para continuar su rehabilitación en el Hospital Manuel Rocca.
En diálogo con Futurock, Emiliano Grillo se refirió al ajuste del Gobierno contra y a la atención que recibió su hermano en el Hospital Ramos Mejía: “Lo publico funciona. Hay fallas sí, hay que mejorar, pero eso no quiere decir que haya que erradicarlo”.
En las fotos que se llenaron de mensajes de amor y de apoyo al fotógrafo herido en la represión de la marcha de los jubilados del 12 de marzo, se puede ver al joven ser despedido por los médicos que lo aplaudían y a su familia totalmente emocionada.
Conmovido por el acontecimiento, el colega de Pablo, Kaloian Santos escribió en sus redes: “Salió de donde nunca debió estar. Salió con una sonrisa amplia y luminosa. A su lado, Mary, su madre, con los ojos vidriosos —pero esta vez de alegría—; también su padre, Fabián, y Emi, su hermano, apenas contenían las lágrimas. Pablo, el fotógrafo, salió del Hospital Ramos Mejía como un sobreviviente. Fue aplaudido por médicos y enfermeras que ya son parte de su historia. Esos profesionales de la salud pública argentina que, prácticamente, lo arrancaron de los brazos de la parca”.
En este sentido, el fotógrafo detalló: “Ayer fui a verlo. Lo noté bajoneado. Me dijo que quería irse, que no aguantaba más estar ahí. Todavía no sabía que, en cuestión de horas, saldría por fin de ese cubículo cerrado, como una cámara de fotos gigante, con zumbidos constantes y luces artificiales”.
“Su padre le llevó su cámara nueva. Se le iluminó la cara. La acarició con una delicadeza que no le conocía. Lo observé en silencio: los cables que monitoreaban sus signos vitales parecían salir de la cámara, como si ahora su corazón estuviera conectado directamente al lente. De ese instante quedó una de las fotos”, agregó Kaloian en un relato que conmovió a miles de personas.