Este miércoles 28 de diciembre se cumplen 90 años del nacimiento de uno de los bonaerenses mas talentosos de la literatura contemporánea: Manuel Puig. Nacido en General Villegas siempre fue considerado un “outsider” por parte de los grandes popes de las letras hispanohablantes.
Ignorado, menospreciado e injustamente marginado, recién después de su muerte consiguió un consenso general de la genialidad de su obra.
En una ” target=”_blank” rel=”follow noopener”>entrevista que dio al reconocido ciclo español “A Fondo”, conducido por Joaquín Soler Serrano en octubre de 1977, relata su infancia en General Villegas, y da el propio Manuel Puig, una explicación a lo que años más tarde sería el derrotero de su brillante (pero relegada) carrera, básicamente por su homosexualidad no aceptada en la época por sus pares, quienes lo veían como un frívolo buscador de iconografía pop.
GENERAL VILLEGAS, ‘EL LEJANO OESTE’
“Lo que más me molestaba era ese problema con la autoridad, con la prepotencia”, decía Manuel Puig refiriéndose a sus días de juventud en General Villegas, después de la publicación de su cuarta novela “El beso de la mujer araña” (1976). “No me gustaba recibir órdenes, pero tampoco darlas“, reflexionaba en ese reportaje televisivo.
Manual Puig, el escritor nacido en General Villegas, que basó su literatura en el escape de la realidad de lo que denomina “la pampa seca”, que le tocó vivir desde la infancia a través del cine de su pueblo
“General Villegas es el escenario de mis dos primeras novelas… yo rechacé totalmente la realidad que me tocó vivir. Ese pueblo de “la pampa”, era un pueblo de “western”, a 1000 km casi de la capital. Allí en la zona que se denomina “la pampa seca” las cosas se ponen bastante serias porque no hay agua”, explica el autor de “Boquitas Pintadas”, y “La traición de Rita Hayworth”, entre otros sucesos.
“Aquello es de miedo; es la ausencia total de paisaje”, añade Puig a la descripción de la imagen que le quedó de General Villegas.
“Es una planicie, el horizonte es una recta perfecta. Y no crece nada que no sea el pasto para alimentar el ganado. Si quieres algo de plantas, debes regalo”, agrega Manuel Puig en aquel incunable diálogo por Televisión Española.
“Todo está lejos. La persona que nace y se muere ahí, no ha visto nada, nada más que lo que le dan en el cine”, contextualiza el escritor para explicar el porqué de su devoción por el ‘séptimo arte’.
“Porque además de esa naturaleza, el clima humano era también muy especial, muy duro“, le relataba Puig a Soler Serrano a sus 45 años.
SU REBELDÍA AL PATRIARCADO
“Era la vigencia total del machismo. Allí estaba aceptado que debían existir fuertes y débiles. Y lo que daba el prestigio era la prepotencia. Lo que realmente hacia respetar a alguien era que gritara fuerte”.
Pero no quedó allí su crítica al modo de vida patriarcal de su infancia en General Villegas, porque en referencia a su familia, pero haciendo extensivo al resto de la comunidad, agrega, probablemente adelantado a las miradas de su tiempo: “El hombre mandaba y su señora, o se hacía la sorda o acataba las órdenes. Yo rechacé todo eso, traté de ignorar todo esa realidad. Me pareció que era demasiado desagradable para mi vida. Y tomé al cine como la realidad, mi realidad…y General Villegas pasó a ser una película a la que yo había ido por error, pero de la que no me podía salir”.
También dejó interpretar su profundo compromiso con los valores de la igualdad por encima de las diferencias económicas y de clase: “Tenía un problema con el rol del explotador que se me ofrecía. (Haciendo referencia a la buena posición económica que había conquistado su familia). Esos dos roles impuestos (macho prepotente, y hembra obediente) por entonces los consideraba naturales, después cambié de idea”.
Este hecho de no aceptar la autoridad, e incluso desafiarla, y desnaturalizar lo que se presenta como dado, se expresó en Puig en los diferentes aspectos que su vida atravesó.