Tanto comunicadores y encuestólogos como Debora Plager o Sergio Berensztein se dedicaron a utilizar la palabra “populismo” para definir al gobierno de Donald Trump y culpar a esa “imprecisa definición”, de todos los males del mundo.
Muchos otros comunicadores, quizás por estar de acuerdo, o tal vez por la pereza que da pensar argumentos propios, siguieron esa línea que además les permite hacer paralelismos inverosímiles con otros gobiernos que no les caen bien y englobarlos también en la palabra populismo.
TE PUEDE INTERESAR
Comparaciones traídas de los pelos como la de Florencia Arietto en Twitter apilando fotos inconexas entre sí para justificar que es el populismo “de izquierda o de derecha” quien corroe a las democracias, buscando traer agua para su molino y queriendo introducir que el peronismo sería la variante local de lo que significó (y aún significa) Trump para los Estados Unidos.
Los mismos que hace meses o años atrás elogiaban la valentía, el coraje y las politicas favorables al pueblo, llegadas de la mano de un multimillonario, para también traer agua para su molino anterior, hoy lo comparan exactamente al rival político de aquel con quien lo emulaban en otros tiempos.
Es que Trump y su interpretación se han convertido en el amuleto necesario para golpear allí donde se quiere aprovechar la situación para compararla con las políticas de nuestro país.
Si es bueno lo que hizo, es por su conocimiento de tantos años de empresario exitoso, en cambio si es malo, vergonzoso o antidemocrático, lo es por enarbolar las banderas del populismo, ese maldita palabra que corroe todo cimiento de “las instituciones”.
No olvidar que el propio Macri se refirió a ese populismo como una “Pandemia peor que la del coronavirus”.
COMO CURARSE DEL POPULISMO
De chico usaba anteojos (si, disculpen voy a ser autorreferencial). Eran anteojos muy gruesos. Demasiado para mis 3 años de vida.
En la infancia me decían Casimiro Bellavista, me preguntaban burlonamente si mi dirección era la calle Juan “B” Justo y mi departamento el “9°B”.
La única forma de exorcizar esas gastadas fue cargandome a mi mismo. Asumiendo mi rol de cegatón Mr Magoo, y seguir para adelante.
Creo que lo mismo habría que hacer hoy con la palabra “Populismo”.
Para desactivar su utilización oligofrénica habría que elevarla a los altares, crear una fuerza política o una coalición que la lleve en su nombre y ganar las elecciones.
“El Frente Populista de Liberación a mucha honra”.
TE PUEDE INTERESAR