Con el sol de San Clemente del Tuyú entrando por la ventana, una mañana, Maricel Iglesias y Mariano Apdepnur se miraron a la cara y casi al unísono dijeron “¿y si nos vamos de viaje?”
Ese fue el inicio de un proyecto que tomó forma el 6 de septiembre de 2022, cuando se despidieron de sus familiares y en bicicleta empezaron un viaje hacia Alaska como destino. Proyecto que aún continúa y que en su cuenta @sanclementinosxelmundo muestran cada sitio al que arriban. Esta es la historia de dos viajeros que desean conocer el mundo en dos ruedas.
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En diálogo con Infocielo, la pareja expresó que viajan para “conocer y expandir el amor que llevamos dentro por la humanidad y el planeta. Conocer las diferencias de la naturaleza, su poder y aprender de diferentes culturas”. Además, creen que también es hacia el interior: “nos hace descubrir habilidades nuestra que no imaginábamos tener y nos pone a prueba con la paciencia”.
Con más de 40 semanas de viaje, Maricel y Mariano conocieron ciudades, provincias y pueblos. Probaron diferentes comidas, se acostumbraron a diversas culturas y trabajaron de cosas inéditas. Sobre todo, bicicletearon miles de kilómetros. Pero, ¿cómo es el día a día? ¿Cómo se mantienen económicamente? ¿Qué les transmite cada lugar nuevo? ¿Qué los motiva a seguir?
“Lo justo y necesario”: el día a día
“Un poco y un poco” expresa Maricel para explicar cómo eligen la ruta. Según ella, a veces planean pero “siempre fluyendo por el consejo de las personas que vamos conociendo”. La ruta puede variar, pero la forma no: “con lo justo y necesario”. Es así como en dos ruedas, en un cuadro rígido y fiel, en un volante que dirige el camino; llevan herramientas para arreglar las bicicletas, artesanías para vender, clavas para hacer malabares y conquistar, y un poco de ropa.
“Salimos lo más temprano posible, apenas amanece, y pedaleamos hasta el mediodía o al lugar planeado. Paramos, entramos a algún pueblo, comemos y vamos a la plaza. Ahí esperamos a que baje el sol mientras vendemos”, describe Maricel un día normal junto a Mariano y sus bicicletas. “Seguimos si el lugar está cerca para evitar llegar de noche. En lo posible ya tenemos previsto dónde vamos a dormir, sea acampando en algún lugar o en la casa de alguien que vamos contactando”, agrega.
El trabajo y la posibilidad de continuar
La pareja, que actualmente se encuentra en Panamá realizando un voluntariado para ahorrar, afirman que la única posibilidad de continuar depende del trabajo: “desde el principio salimos sin ahorro”.
Es por eso que desde los primeros kilómetros hasta los actuales, avión mediante, los sanclementinos trabajaron, vendieron e intercambiaron: “nos manejamos vendiendo artesanías hechas por nosotros que aprendimos a hacer en el mismo viaje, hicimos show de circo en los semáforos, intercambiamos artesanías por comida, voluntariados en hostel y en fincas, trabajamos en limpieza, mantenimiento y atención al huésped”.
Además de trabajos esporádicos y ocasionales, también utilizaron la tecnología para sobrevivir: “usamos la aplicación Couchsurfing, donde personas de todo el mundo que tienen un espacio libre en su casa reciben viajeros gratuitamente”.
¿Qué tienen los lugares que visitan?
Desde kilómetros críticos por la aridez y el calor del desierto del Paso de Jama en la transición Jujuy – Chile, a encontrar hostels en pésimas condiciones; las aventuras de los sanclementinos, abundan. Sin embargo, más que lugares, coleccionan recuerdos y sentimientos: “el amor desinteresado de las personas, diferentes formas de relacionarse… la naturaleza también es alucinante: hemos pasado por desiertos místicos, con mensajes ancestrales que te erizan la piel, paisajes con volcanes, rutas en las que solo es arena y otras donde la vegetación abunda”.
Además, agregan: “nos han enseñado ofrendas a la naturaleza y a Dios, y hemos estado en ceremonias de agradecimiento a la madre naturaleza aprendiendo de nativos“. No obstante, sentencian quizás lo más importante para ellos: “hemos descubierto que no hay límites, viajar en bici y sin ahorros te hace entender que todo se puede lograr”.
La terapia del autoconocimiento
Con el claro deseo de recorrer el mundo entero, los sanclementinos continúan pedaleando. El primer destino fue México, luego mutó a Alaska, aunque toman precauciones: “sólo hay que tener cuidado con los osos”, expresan entre risas.
En la búsqueda por conocer, también invitan a los demás, especialmente a aquellos que viven en la vorágine de la rutina: “hagan terapia, de todo tipo, todo lo que sea para auto descubrirse. Eso fue lo que hicimos nosotros. Al principio es muy duro, uno descubre en si mismo su lado más oscuro y eso puede ser muy doloroso”.
No obstante, ante la crisis, lo nuevo: “siempre uno recibe ayuda de quien necesite y después de ese proceso uno vuelve a nacer, todo se puede solucionar, todo se puede cambiar”.
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