Si vivís en La Plata, Quilmes, Avellaneda, Lanús o cualquier rincón del sur del conurbano, seguro más de una vez (quizás a diario) tomaste la Avenida Ingeniero Huergo para entrar o salir de la ciudad de Buenos Aires.
Esa arteria urbana que corre paralela a Puerto Madero lleva el nombre de un hombre clave para la historia de nuestro país, aunque su figura se diluya en el ruido del tránsito. Cada 6 de junio, en honor a su egreso en 1870 como el primer ingeniero civil del país, se celebra el Día de la Ingeniería Argentina.
¿QUIÉN FUE LUIS HUERGO?
Luis Augusto Huergo fue mucho más que un apellido en una chapa azul. Nacido en Buenos Aires en 1837, se recibió de agrimensor en 1862 y fue uno de los primeros estudiantes de la flamante carrera de Ingeniería, creada en 1865 dentro del Departamento de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires.
Cinco años más tarde, se convirtió en el primer egresado con título de ingeniero civil. Lo acompañaron otros once profesionales en esa promoción pionera.
Su tesis se tituló “Vías de comunicación”, y desde entonces dedicó su vida a trazar caminos reales en un país que apenas los tenía. Dirigió obras fundamentales como el encauzamiento del Riachuelo, que permitió construir un puerto más eficiente para el ingreso de barcos. Impulsó canales, ferrocarriles, sistemas de drenaje, y hasta diseñó lo que luego sería la base del Puerto Nuevo, aunque en su momento fuera descartado por presiones políticas a favor del proyecto de (vaya paradoja) Eduardo Madero, hoy, la Avenida que continúa a Huergo, después de la Casa Rosada.
UN ESTATISTA, COMO TODA PERSONA DE BIEN
Huergo también fue precursor en la explotación petrolera: en 1910 dirigió el primer yacimiento nacional en Comodoro Rivadavia, convencido de que la energía debía estar en manos del Estado.
Además, fundó instituciones clave como la Sociedad Científica Argentina, el Instituto Geográfico Argentino y el Centro Argentino de Ingenieros.
Pero no fue solo un hombre de planos y cálculos: también tuvo una intensa participación política como diputado, senador y ministro en la provincia de Buenos Aires.
También, entre 1874 y 1906, integró las autoridades de la Universidad de Buenos Aires, impulsando una formación técnica con mirada humanista.
Falleció el 4 de noviembre de 1913, dejando una huella profunda. Su nombre vive en escuelas, calles, monumentos y hasta en una localidad rionegrina. Y claro, también en esa avenida que bordea el bajo porteño y que conecta, sin que lo notemos, la cotidianeidad con la historia.
Cada 6 de junio no solo se recuerda a Huergo, sino también a los otros once egresados de aquella primera camada de ingenieros, que pusieron su saber al servicio de un país en construcción. En 10 días más, y por otros motivos, se celebrará el Día del Ingeniero, festividades que suelen dar a confusión entre ambas.
Así nació la ingeniería argentina: con ideales, compromiso público y una voluntad férrea de transformar el barro en estructura. Como esa avenida que, sin saberlo, tomamos rumbo a casa.