El diputado nacional del PRO, Fernando Iglesias, publicó este domingo un mensaje en redes sociales que dejó una vez más al descubierto la desconexión entre cierta dirigencia política y los problemas reales que enfrentan los argentinos.
En medio de su gira por Europa, acompañando al presidente Javier Milei en su ya reiterativa cruzada contra el “socialismo”, Iglesias relató una curiosa anécdota que, lejos de generar empatía, provocó indignación y burla en las redes.
Según escribió, se encontraba paseando por Madrid cuando decidió acercarse a su “plaza favorita”, la turística plaza Santa Ana. Allí, se topó con un cartel anunciando jazz en vivo en un restaurante, y al asomarse descubrió que quien tocaba era nada menos que Javier Malosetti, reconocido músico argentino.
El tema que interpretaba, aseguró Iglesias, era “Full Glasses”, y lo calificó de “hermoso”. Sin embargo, en lugar de entrar y disfrutar del espectáculo, el diputado optó por seguir de largo, argumentando que si el músico lo veía “iba a decir algo”.
Una gira sin funciones claras
Lo curioso del caso no es solo la paranoia exhibida, sino el nivel de exposición que Iglesias eligió para contarlo. Es decir: está de gira oficial, con pasajes y viáticos pagados por el Estado argentino, en representación de un gobierno que promete austeridad, pero se permite que un legislador sin funciones diplomáticas acompañe a un presidente en eventos ideológicos sin impacto institucional concreto.
Y en lugar de reportar sobre sus actividades oficiales o justificar su presencia en suelo europeo, Iglesias se dedica a contar que no puede ver un show de jazz porque teme que lo reconozcan.
Lejos de hacerse cargo de lo estrafalario del relato, el diputado culpó a la política por su mal rato. Más precisamente, responsabilizó al kirchnerismo por haber convertido a “artistas talentosos” en “pelotudos”, según escribió textual.
Es decir, en vez de asumir su temor a ser increpado o su incomodidad social, eligió el camino de siempre: la sobreactuación ideológica, el ataque a la cultura, y la eterna excusa de que todo es culpa de los otros.
Jazz, paranoia y sobreactuación ideológica
Lo que muchos usuarios de redes sociales señalaron no es solo el tono innecesariamente agresivo del mensaje, sino la escena completa: un funcionario que viaja con fondos públicos a Madrid, se pasea por bares, y termina quejándose de no poder entrar a escuchar jazz porque teme que lo reconozcan.
La imagen, en tiempos de ajuste brutal, recortes a las universidades, discapacitados, Hospital Garraham, INTA y despidos masivos en el Estado, además de caída del salario real, no podría ser más desafortunada.
Mientras tanto, no se sabe con certeza cuál es el rol institucional que Iglesias cumple en esta gira. No tiene función ejecutiva, no representa al Congreso argentino en ningún foro oficial, y su presencia en actos donde Milei recibe medallas de parte de figuras de la ultraderecha europea genera más interrogantes que certezas.
Lo que sí queda claro es que, para algunos, el ajuste siempre es para otros. Y que mientras la cultura, la ciencia y la educación son desfinanciadas, algunos se permiten el lujo de pasear por Europa, mirar shows de jazz desde la vereda y quejarse de otros espacios políticos, como siempre, desde la comodidad del cinismo.