Por estos días, la historia de una de las mujeres más influyentes de Saladillo vuelve a ganar visibilidad. La casa de Susana Esther Soba, actual sede de la Fundación Soba-Parrondo, fue recientemente incorporada al expediente N°279/2024 que evalúa su declaración como patrimonio cultural local. La propuesta fue avalada por la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de Saladillo el pasado 15 de julio, aunque el tema aún se encuentra en comisión y no ha sido aprobado formalmente por el Concejo Deliberante.
El proyecto busca otorgar reconocimiento oficial a una edificación que ya ha sido valorada a nivel provincial: la Ley 14.913 sancionada por la Legislatura bonaerense declaró en 2022 a la casa de Mitre 3333 como Bien de Interés Histórico y Cultural de la Provincia de Buenos Aires. Ese mismo año, en coincidencia con el centenario del nacimiento de Soba, el Concejo Deliberante de Saladillo promulgó la ordenanza 3758 que designó al 2022 como “Año Cultural Susana Esther Soba”.
Un espacio habitado por la creación
La casa —ubicada en pleno centro histórico de Saladillo— es un fiel reflejo del universo de Susana Soba: escritora, docente, artista plástica y lúcida cronista de su tiempo. En vida, Soba marcó su hogar con una impronta tan vital como ecléctica. Aún hoy, la Fundación que lleva su nombre preserva ese legado con muestras, presentaciones de libros, conciertos y actividades educativas.
En su interior, se encuentran más de 7.500 volúmenes en una biblioteca única, esculturas propias y ajenas, dibujos, muebles tallados, cerámica popular de más de quince países y objetos insólitos: desde abanicos y máscaras hasta camas palaciegas. La casa alberga también parte de la obra pictórica y escultórica de Soba, cuyos trabajos han sido reconocidos dentro y fuera del país. Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés, búlgaro y ucraniano.
La vida de una artista imprescindible
Nacida en Buenos Aires en 1922 pero saladillense por adopción y decisión, Susana Soba vivió en esa casa hasta su muerte en 2011. Fue maestra en escuelas rurales y urbanas, inspectora y luego Subinspectora General de enseñanza primaria y preescolar en la provincia de Buenos Aires, cargo del que fue cesanteada durante la dictadura de Onganía. Su trayectoria fue reconocida por instituciones como la Sociedad Argentina de Escritores, la Cámara de Diputados de la Nación y el Concejo Deliberante local, que la declaró Ciudadana Ilustre en 1994.
Además de una vasta obra literaria que abarca poesía, narrativa, ensayo y artículos periodísticos, Soba fue una coleccionista apasionada, una mujer que incomodó al conservadurismo local con su pensamiento libre y sus acciones audaces. Su casa, hoy museo y espacio de arte, representa también ese gesto de desobediencia creativa.
Una causa abierta: el patrimonio como compromiso
La discusión abierta en Saladillo por el reconocimiento formal de la Casa Soba como patrimonio cultural local no es sólo un trámite administrativo: es una forma de consolidar la memoria viva de una figura imprescindible para la cultura bonaerense. La iniciativa cuenta con respaldo político y social, pero aún requiere tratamiento legislativo.
Mientras tanto, la Fundación Soba-Parrondo mantiene viva la llama del arte y la memoria. Como expresó la diputada Alejandra Lordén —quien impulsó la ley provincial—, esta casa es “un orgullo para Saladillo”. Su inclusión al patrimonio cultural local sería más que un gesto simbólico: sería una deuda saldada con una mujer que hizo de la cultura un modo de vivir y transformar su entorno.
Fotos: Fundación Soba-Parrondo.
Ubicación: Bartolomé Mitre 3333, Saladillo, Buenos Aires.