Hace 40 años tuvo lugar Live Aid, el megafestival de rock con sedes en Londres y en Filadelfia, cuyo fin fue recaudar fondos para la lucha contra el hambre en Etiopía. El baile de Bono con una chica de 15, que marcó el show. La mala noche de Madonna. Queen como los reyes absolutos. Alianzas memorables, como la de David Gilmour y Brian Ferry; Sting con Branford Marsalis y Phil Collins; este último con Led Zeppelin; George Michael con Elton John; Dylan con los stones Ron Wood y Keith Richards; y Paul McCartney con Pete Towshend y David Bowie en una versión de “Let it be”. Bochornos a gran escala, como la decepcionante actuación de Led Zeppelin, considerada por sus mismos integrantes como “la peor en su historia”; o el triste deambular por el escenario de un Boy George que atravesaba uno de sus picos de adicción a la heroína. Lo bueno y lo malo, la aglomeración única de artistas bajo esta idea de Bob Geldof hicieron que a partir de ese momento, el 13 de julio pasó a ser El Día Mundial del Rock & Roll.
Bob Geldof
Era el líder de The Boomtown Rats, un grupo de rock que había tenido un gran éxito con el tema I Don’t Like Mondays; también había protagonizado Pink Floyd’s The Wall. Una noche de 1984 mientras veía televisión con su novia Paula Yates un informe de la BBC cambió su vida. Hablaba del hambre en Etiopía. Llamó a su amigo Midge Ure, vocalista del grupo Ultravox y le propuso escribir una canción, convocar grandes figuras para la grabación y donar las regalías recaudadas para paliar el hambre en ese lejano país.
La idea, aunque hoy suene trillada, era novedosa en ese entonces. Y hasta algo audaz. El rock no tenía desarrolladas prácticas solidarias. Nadie quería quedar como débil en el mundo del descontrol. La práctica era el cinismo. El resultado del entusiasmo de Geldof fue Do they know is Christmas?, un single que fue un gran suceso y que contó con la participación de importantes figuras musicales británicas: Sting, Bono, Phil Collins, Boy George, George Michael y decenas de personajes más.
El single llegó al número uno en la navidad de 1984. El modelo fue copiado muy pocos meses después en Estados Unidos. Michael Jackson y Lionel Ritchie escribieron We are the world y junto a Quincy Jones aprovecharon su poder de convocatoria y la noche de los Grammy para meter en un estudio a glorias tales como Springsteen, Dylan, Stevie Wonder, Paul Simon, Ray Charles, Billy Joel y muchos más.
Ambos singles recaudaron varias decenas de millones de dólares. Geldof creyó que todavía podía hacerse más. En marzo de 1985 se reunió con Harvey Goldsmith, el más importante promotor británico de rock. Le propuso realizar un recital simultáneo en dos continentes con las mayores atracciones del mundo de la música. Goldsmith trató de desalentarlo. Le dijo que era imposible juntar a tanta gente, que la coordinación entre Estados Unidos y Europa iba a resultar muy dificultosa, que la ingeniería de producción exigía muchísimo tiempo, tal vez años. Geldof asintió con la cabeza y cuando Goldsmith terminó de hablar, le dijo: “Creo que el 13 de julio es una buena fecha. Ya averigüé que Wembley está libre”.
¿Y los Rolling Stones?
Hubo grandes ausencias también. Una de las más notables fue la de los Rolling Stones aunque Mick Jagger, Richards y Ron Wood estuvieron en el escenario de Filadelfia. Pero por separado. Keith Richards y Ron Wood acompañaron el cierre de Bob Dylan. La falta de ensayo y un Dylan al menos disperso (la mitad de los 80 no fue una buena época para él) hizo que la presentación no fuera memorable.
Jagger cantó algunos éxitos solistas, Miss You y conformó un volcánico dúo con Tina Turner (iba a hacer dúplex con Bowie para Dancing in the Street pero se suspendió por problemas técnicos).
El Duke Blanco
Aunque con la tremebunda responsabilidad de salir después de los gloriosos e irrepetibles momentos ofrecidos por Queen, Bowie tenía de su lado una inmensa popularidad y además acertó con canciones tan movidas como «TVC15», «Rebel Rebel» o «Modern Love». Con el público ya metido en el bolsillo, sorprendió con una versión de «Heroes» que, en contra de lo todo lo previsto, funcionó maravillosamente bien en el difícil entorno de un estadio. Gran actuación
Eric Clapton
Live Aid fue la primera piedra para la reconstrucción de una carrera que estaba en franco declive y realmente podemos situar a Clapton en el bando de los grandes beneficiados del festival por más que no estuviese en su mejor forma aquel día.
Phil Collins
Fue el único en tocar en los dos lugares. Primero lo hizo en Londres. Mostró algún éxito solista, se unió a Sting y Brandford Marsalis en un set y apenas bajó del escenario una moto lo llevó al aeropuerto. Tres horas en el Concorde (en las que aprovechó para ensayar las canciones de Zeppelin) y otra vez subir al escenario pero en otro continente.
Queen
Quienes ganaron la hipotética contienda de habilidades, sin duda, fueron los Queen. El show de menos de veinte minutos fue inolvidable. Hits, impacto, presencia escénica, medley de temas, juego con el público, despliegue, contundencia. Una actuación inolvidable (es la que recrea milimétricamente la película Rapsodia Bohemia en su parte final) que convirtió a Queen en el mejor grupo en vivo de su tiempo. El gran momento del grupo había pasado; la prensa, en especial la norteamericana, no los trataba bien, pero nada de eso pesó. Freddy Mercury y sus compañeros aprovecharon su oportunidad y brindaron un momento inolvidable.
Paul McCartney y el final
La otra ausencia por más que parezca increíble fue la de los Beatles. O al menos así lo hizo creer Geldof que dejó correr el rumor que juntaría a los tres sobrevivientes con Julian Lennon. Pero no se trató más que de un rumor. Muchos sostienen que la ausencia de George Harrison y de Julian Lennon en la velada se debió a su enojo con el organizador.
Sentado al piano y dispuesto a ofrecer uno de los grandes momentos de la jornada con «Let it be», McCartney sufrió un problema técnico que hizo su voz inaudible durante toda la parte inicial de la canción. Los técnicos se volvieron locos para arreglarlo y el público rugió cuando finalmente se escuchó su voz, aunque con un sonido apagado. McCartney no suele fallar y fue un buen momento, por más que los duendes de la tecnología se hubiesen puesto en su contra. Eso sí, cuando el festival se editó en DVD, McCartney dobló la canción, una de las muchas trampas que se hicieron en dicho DVD para camuflar los desastres técnicos que habían plagado el verdadero directo.
El balance del concierto fue positivo.
El balance del concierto fue positivo. Por primera vez tantas estrellas se juntaban por una buena causa. Las actuaciones fueron desparejas con algunos evidentes puntos altos. El saldo más importante fue, más allá del dinero recaudado, el de demostrar que las estrellas de rock podían trabajar para causas nobles y que el mensaje sobre el drama en el continente africano se instaló con contundencia en la sociedad; gobiernos y grandes empresas empezaron a ser conscientes de la necesidad de actuar. El Live Aid abrió nuevos caminos y expandió un mensaje.