Domínguez despertó a la fiera. O, mejor dicho, al León. El encuentro entre Estudiantes y Botafogo se vio atravesado de principio a fin por las declaraciones del Barba en la conferencia previa al compromiso copero. Allí, el DT puso el foco en el apoyo de los hinchas, donde manifestó: “Somos todos uno”.
Los Pincharratas se hicieron eco del pedido de Domínguez y recibieron al equipo con una verdadera fiesta. Dejaron de lado la mala racha del equipo, la reciente derrota ante Boca en la Bombonera, y generaron un clima copero a la altura del club y de la competencia internacional.
Desde adentro los jugadores no decepcionaron. Y casi como si tuvieran que rendirle cuenta a los hinchas, como si estuviesen en deuda por los últimos resultados, salieron a comerse al rival, con mucha actitud y garra. No uno cualquiera, sino el último campeón de la Copa Libertadores.
Estudiantes hizo un gran primer tiempo. Con un Tobio Burgos rápido y explosivo, un Medina conductor y preciso, y un Carrillo goleador y con suerte. El nueve cortó la sequía goleadora con un disparo muy afortunado y expresó en el marcador lo que en el juego era evidente.
Es cierto que Botafogo tuvo lo suyo y que no fue ampliamente dominado o superado. Pero sí sometido y, por momentos, abrumado. Su jerarquía y sus individualidades mantuvieron el resultado expectante hasta el final del partido, pero esta vez el Pincha se mostró sólido en defensa y, excepto alguna desatención puntual y el milagroso travesaño que salvó a Mansilla, no pasó sobresaltos.
En fin. Noche de copa redonda, perfecta. Se dio esa conexión jugador-hincha de la que tanto habla Domínguez y UNO fue una fiesta. Porque Estudiantes volvió a ganar luego de cuatro partidos, trepó a la segunda posición del Grupo A de la Libertadores y respira. Sacó seis de los primeros nueve puntos en disputada en el plano internacional y ahora irá en busca de la remontada en el torneo local.