Un grupo de investigación de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) desarrolló un método natural para atrapar el mosquito que transmite el dengue. De qué se trata esta alternativa ecológica.
En el marco del mayor brote de dengue de la historia, profesionales de la Universidad Nacional de General Sarmiento investigan la construcción de trampas cebadas con compuestos florales que atraen al mosquito Aedes Aegypti. El objetivo es controlar, a futuro, “la proliferación ascendente del insecto y por lo tanto ponerle un freno a los virus que transmite”, detallaron.
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En Argentina, actualmente, se han registrado más de 84.000 casos y 56 personas fallecidas. Según detalló la Provincia, si los picos altos de cantidad de personas infectadas antes se producían cada cinco o seis años, ahora el ritmo se estaría acelerando y el último había sido hace apenas tres, en 2020.
¿En qué consiste esta alternativa ecológica para atrapar el mosquito del dengue?
Un equipo de profesionales del Área de Ecología del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento se encuentra investigando alternativas para el control poblacional del Aedes Aegypti utilizando trampas cebadas con compuestos vegetales que actúan como elemento atrayente.
Llevada a cabo por Carlos Ruggerio, Giselle Querejeta, Rubén Lombardo, Lorena Gómez, Gustavo Kohan, Érica Godoy y Celeste Barrionuevo, esta investigación fue seleccionada para recibir el subsidio Ideas Proyecto, impulsado por la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CICPBA).
Según detallaron, este proyecto tiene la intención de crear un sistema que sea ecológico pero que además sea más efectivo que los plaguicidas que se utilizan para fumigar, ya que se ha demostrado que resultan ineficientes para disminuir la presencia del insecto, salvo en situaciones particulares.
Para atrapar al mosquito, detallaron, ya vienen haciendo pruebas utilizando dispositivos construidos con frascos de mermelada de vidrio, de 250 gramos, pintados de negro por fuera. Adentro ponen una tablita bajalengua -como la que usan los médicos- sujetadas por un clip y le agregan agua.
De este modo, colocan varios frascos, con soluciones de distintos compuestos florales en cada uno o sólo con agua en lugares estratégicos, para evaluar el comportamiento del mosquito. Algunas de estas trampas son de oviposición y apuntan a atraer a la hembra para que ponga sus huevos dentro del recipiente. Otras, son de captura. “Lo que estamos probando son trampas que tienen diferentes tipos de embudo, para que el mosquito entre y no pueda salir”, explicaron.
¿Por qué no funcionan los plaguicidas?
El director del proyecto, Carlos Ruggerio, explicó que los plaguicidas sólo matan al mosquito adulto “y eso tiene un efecto momentáneo, porque después tenés toda una reserva de huevos, en diferentes recipientes, que hay habitualmente en el ámbito doméstico, y en cuestión de días tenés otra vez una población de mosquito adulto picando“, agregó.
“A su vez, lo que sucede cuando se fumiga es que es probable que haya una proporción de mosquitos que va a ser resistente al insecticida. Si hay una parte que sobrevive, esos tienen más posibilidad luego de poner huevos, reproducirse y en la próxima generación va a haber más mosquitos resistentes. Entonces el producto va perdiendo efectividad y es necesario desarrollar otros nuevos, cada vez más tóxicos; por eso no se recomienda su uso generalizado”, detalló el especialista.
Ruggerio señaló que sólo en algunos casos concretos es recomendable fumigar con estos compuestos: “Suponete que detectaste un caso de dengue en una persona que vive en determinado lugar, entonces ahí sí sirve, porque si a una persona la picó una mosquita, esa mosquita puede picar a otra persona y transmitirle la enfermedad. En ese caso sí tiene sentido matar a las mosquitas adultas”, agregó.
En este sentido, remarcó que estos plaguicidas son ineficaces para el control poblacional y son, además, contaminantes.
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