Nuestra rutina diaria está muy relacionada con la tecnología y digitalización. Nos pasamos muchas horas enganchados a las pantallas y a los dispositivos móviles, un cambio de rumbo que ha provocado una desconexión progresiva de la realidad analógica. Uno de los pasatiempos más famosos -y que antes se practicaba con mucha más asiduidad- eran los juegos de mesa o las actividades con cartas. Es por eso por lo que realizaremos un viaje nostálgico al pasado para reconectar con algunas de estas distracciones.
Centrándonos en los juegos de cartas, su grupo configura un pasatiempo mucho más antiguo de lo que podríamos imaginar, con incluso siglos de historia a sus espaldas. Su accesibilidad y sencillez hacían que este tipo de actividades fueran muy sencillas de realizar. Hay modalidades clásicas -como el blackjack o el mus-, pero también van apareciendo progresivamente fórmulas nuevas que modifican algunos planteamientos y aportan vientos de cambio.
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Vamos a comenzar por, seguramente, uno de los reyes en cuanto a juegos de mesa: El póquer. Uno de los pasatiempos que mejor ha sabido sobrellevar el paso de los años. Algunas de sus figuras más famosas como la escalera, el trío o el color forman parte ya del imaginario colectivo. A pesar de sus múltiples variantes, sigue siendo popular alrededor del globo, y es habitual encontrar referencias al mismo en cine, literatura o televisión. Sus reglas datan del siglo XIX, y dispone de un lenguaje universal que llama la atención también por su iconografía y su léxico asociado. Las reglas que lo componen pueden parecer sencillas, pero esconden una profundidad latente que convierten sus partidas en un juego muy dinámico.
Otra de las propuestas clásicas que también triunfa en todo el mundo es el Blackjack. En este caso concreto, uno de sus puntos fuertes es su simplicidad y accesibilidad: hay que sumar 21 puntos con las cartas que vayamos acumulando, pero nunca debe sobrepasarse esta cifra. Todos los miembros de la mesa jugarán contra el crupier, que será quien va controlando las partidas.
Si analizamos variantes mucho más contemporáneas, uno de los reyes es el juego conocido como Uno. El primer elemento que llama la atención es la coloración de sus cartas, con una escalera cromática formada por cuatro tonos: el azul, el amarillo, el verde y el rojo. La finalidad de las partidas es ir eliminando las cartas de nuestra mano hasta quedarnos sin ninguna.
Para ello debemos hacer coincidir el color o número de la carta que se encuentra sobre la mesa. Cuando nos queda una sola debemos gritar la palabra “uno“, si no lo hacemos, no podremos ganar. A lo largo del tiempo, han aparecido ediciones especiales centradas en elementos de la cultura popular o televisiva. Existe por ejemplo una edición decorada con los seres del popular videojuego Minecraft, de sagas cinematográficas como Star Wars, series como Stranger Things o versiones musicales como la del grupo coreano BTS.
Si nos alejamos de las propuestas clásicas, podemos comprobar cómo la fantasía ha tenido también una conexión muy fuerte con los juegos de mesa modernos. En este sentido, encontramos varias propuestas como el popular Magic: The Gathering, otro juego de cartas decorado con una mitología propia con mucha personalidad. Es un pasatiempo que triunfó mucho en la década de los 90 y principios de los 2000, generando toda una ola de coleccionismo con millones de seguidores en todo el mundo. De hecho, está considerada como la primera actividad de esta tipología centrada en las cartas coleccionables.
Otra variable moderna que ha tenido también mucho tirón y que está viviendo una nueva época dorada son las cartas de Pokémon. La mítica -y ya clásica- saga gamer iniciada por Nintendo también ha sabido encontrar su espacio en otros soportes. Las criaturas de la franquicia disponen de naipes propios con una vocación clara orientada también hacia el coleccionismo. Cada una de ellas dispone de determinados atributos que las convierten en más o menos poderosas. Un escenario muy similar al que describíamos anteriormente con el caso de Magic.
Como hemos podido apreciar, los juegos de cartas presentan propuestas clásicas que disponen de plena vigencia, así como otras versiones mucho más modernas que conectan con los nuevos públicos. La mente pensante que inventó ese pasatiempo seguro que nunca imaginaba el impacto que tendría en las generaciones posteriores.
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