Por Andrés Caviglia
Es un Mundial raro el de Rusia. Futbolísticamente es de los mejores del tiempo moderno: equipos evolucionados, figuras a la altura de las expectativas, gigantes contras las cuerdas, grupos unidos que enfrentan al racismo y reconocimiento en la derrota para varios, sin embargo nada de eso se ha podido disfrutar (ni capitalizar) porque a la Argentina este mundial lo encuentra ciego y lleno de manchas. Manchas con una fuerte corrosión.
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Que Caruso Lombardise exponga de modo patético a formar parte de un culebrón desestabilizador digno de un youtuber principiante es la nada misma al lado del volcán de heces que estalló sobre la concentración argentina en Bronnitsy. Mascherano, el capitán sin cinta de este equipo, lo definió como “un ser nefasto para el fútbol argentino” ¿Qué hizo Caruso para ganarse la mención? Se plantó frente a un supuesta cámara oculta y contó que Cristian Pavón le había pegado una trompada a Javier Mascherano luego de que este increpara a Wilfredo Caballero por su actuación frente a Croacia. Todo desmentido por las partes que se mostraron compartiendo risas entre familiares al otro día.
Un periodista que sigue de cerca Tigre (club en el que tuvo tres etapas como entrenador) alguna vez me dijo “es un soberano hijo de puta ” y podría seguir la lista con ex jugadores que cuentan haber recibido por el entrenador la “sugerencia ” de aportar una porción de sus sueldos a su cuenta ya que él los había “sacado del exilio ”. Lo que Caruso es, lo que muestra ante cada cámara que se enciende y el que no lo ve es porque no quiere. Sigo.
También están los periodistas. O mejor: los medios. La bandera que levanta, por ejemplo, la señal TyC Sports tiene más bien forma de lanza, más bien de misil. Desde temprano, una de sus figuras, Gastón Recondo –uno de los abanderados de la protección de “las dos vidas”- y Leonardo Farinella -director de un diario deportivo que insiste con los videos porno-soft de chicas a las que denominan “fanáticas”– abrían su programa-tanque con las caras y el clima consecuente a una desestabilización por parte de los jugadores.
“Esto es un golpe de Estado”, dijo uno de los enardecidos panelistas que les hace la corte. Hasta Farinella se dio cuenta de la burrada y se lo remarcó. La escena terminó con un cínico “yo no lo dije tan así”, del derrapador en cuestión.
La guerra de los medios tiene que ver con un millonario desembolso que llevó adelante la cadena TNT hacia la AFA, una millonada que tiene que ver no con la transmisión de los partidos (que le pertenecen a TyC y a la TV Pública) sino con las exclusivas que pueda tener la señal dueña de la Superliga. Aquel acuerdo de “vos los partidos, vos las notas” sólo cerró para Claudio Tapia y desde Buenos Aires llegó la señal de fuego. Un enorme dedo índice recorrió de punta a punta sobre un cuello y la sombra de aquel llegó hasta Rusia.
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