Si alguien todavía dudaba, basta con ver dos pizarras para comprobar que Argentina atraviesa uno de los absurdos económicos más notables del planeta. En una, escrita con tiza sobre una pizarra de Bariloche, se ofrece como “promo take away” un pancho (lo mismo que un hot dog) con gaseosa a $18.000. En la otra, tomada del mítico local Nathan’s Famous en Coney Island, Nueva York, se indica que un hot dog cuesta $4.75 dólares, es decir, unos $6.175 pesos argentinos al tipo de cambio actual de $1300 por dólar. Si le sumamos una bebida, apenas llegamos a $9.000. En otras palabras: comer un hot dog en Bariloche cuesta el doble que en el lugar más emblemático del mundo para comer hot dogs.
EL PUESTO DEL CAMPEONATO MUNDIAL DE PANCHOS
La comparación duele. Porque Nathan’s no es cualquier local: es una institución. Ahí se realiza cada 4 de julio el famoso concurso de comer hot dogs, una tradición yanqui que lleva más de un siglo.
En Coney Island, la playa popular de Brooklyn, uno puede sentarse a disfrutar un “panchito” por menos de cinco dólares. Pero lo más increíble es que los jueves a la noche, Nathan’s ofrece un descuento del 98,95%. Es decir que se pueden conseguir hot dogs a 5 centavos de dólar. En pesos argentinos, eso sería $6,50. No es un error: seis pesos con cincuenta centavos.
En cambio, en Bariloche, uno de los destinos turísticos más promocionados del país, el cartel en plena temporada invernal no tiene pudor: $18.000 por un pancho y una Coca. ¿El combo más caro del mundo? Probablemente sí. Y no estamos hablando de un restaurante cinco estrellas. Estamos hablando de un carrito de montaña, con tablones en la nieve, que vende comida rápida a turistas, mayormente estudiantes argentinos, brasileros e israelíes.
COMPARACIÓN DE PODER ADQUISITIVO
El contraste se vuelve aún más indignante cuando se toma en cuenta el poder adquisitivo.
El salario mínimo en Argentina ronda los $300.000 mensuales, mientras que en Estados Unidos supera los US$1.500 (más de $1.950.000 argentinos al cambio actual).
Es decir, con un sueldo mínimo un estadounidense podría comprar unos 206 hot dogs en Nathan’s, mientras que un argentino apenas accede a 20 panchos barilochenses. Traducido: comer en Argentina es 10 veces más caro en proporción al ingreso que en Estados Unidos.
¿Cómo se explica esto? Por la inflación escondida, la dolarización de precios turísticos, el descontrol del mercado interno y, sobre todo, por la falta total de relación entre precios e ingresos.
El absurdo económico ha llevado a que un país productor de carne, cereales, gaseosas y pan, venda un combo de pancho y Coca como si fuera un lujo importado de Dubai.
Este desfasaje no solo afecta a los turistas sino que golpea de lleno a los argentinos de a pie. Comer en la calle, algo que debería ser barato, accesible y popular, se transforma así en un lujo. Mientras tanto, las redes sociales se llenan de imágenes como la del cartel de Bariloche, que ya es viral, acompañado de comentarios que van desde la indignación hasta la resignación.
Ya somos el país más caro del mundo para comer comida rápida. Ni en Nueva York, ni en París, ni en Tokio se cobra lo que se cobra en una panchería andina. Y eso, lejos de ser un mérito, es el reflejo más cruel de una economía desquiciada.