El gobierno disolvió la Secretaría de Prensa, pero su espíritu sigue vivo en La Nación+El Gobierno de Javier Milei sigue su cruzada contra todo lo que huela a estructura estatal, y esta vez le tocó a la Secretaría de Prensa, que fue disuelta por decreto y eliminada del organigrama oficial.
La noticia la dio a conocer, con su ya clásico estilo de community manager presidencial, el vocero Manuel Adorni, quien simplemente publicó en X: “El Presidente ha firmado el día de hoy el decreto que disuelve la Secretaría de Prensa. Fin”.
Pero mientras en el Boletín Oficial se estampaba la muerte formal de la Secretaría de Prensa, en la pantalla de La Nación+ se vivía un verdadero festival de entrevistas oficiales. En una misma noche, tres ministros del Gobierno pasaron por los estudios del canal: Federico Sturzenegger, el flamante ministro de Regulación, dialogó con Cristina Pérez en su debut en la señal; luego fue el turno de Patricia Bullrich, que conversó con Luis Majul; y para el cierre, el propio presidente Javier Milei se sentó con Esteban Trebucq.
Como si fuera poco, en TN, Jonatan Viale entrevistó a Susana Giménez, la embajadora no oficial del mileísmo, para hablar del kirchnerismo con un enfoque bien predecible.
La paradoja no pasó desapercibida en redes sociales: ¿realmente desapareció la Secretaría de Prensa o simplemente cambió de domicilio y ahora funciona en La Nación+?
Porque si uno observa los movimientos de los funcionarios, la respuesta parece evidente. En un Gobierno que desprecia a los medios de comunicación que osen hacer preguntas incómodas, el oficialismo encontró su refugio ideal en ciertas señales de televisión dispuestas a oficiar de voceras sin sueldo estatal (pero con otros beneficios, claro).
La Secretaría de Prensa tenía la función de coordinar la comunicación gubernamental, difundir los discursos del Presidente y organizar las entrevistas oficiales. Pero ahora, esos mismos objetivos se cumplen con una precisión casi quirúrgica, solo que sin estructura formal ni presupuesto estatal. ¿Para qué mantener un área oficial si ya se tienen medios aliados que cumplen la tarea con entusiasmo?, pero… ¿A qué precio?
Además, la disolución de la Secretaría de Prensa no significa que la comunicación del Gobierno se haya vuelto más abierta o democrática. Muy por el contrario: lo que antes era un órgano estatal con cierto grado de institucionalidad, ahora es una red de medios selectos que funcionan como caja de resonancia del oficialismo, sin margen para la repregunta o el debate crítico.
Lo sucedido en La Nación+ en la noche del lunes deja en claro que Milei no necesita una Secretaría de Prensa porque ya cuenta con un sistema de comunicación propio, donde los periodistas elegidos no son otra cosa que amplificadores de su mensaje. Y si alguna vez se presentan en otros canales, es solo en aquellos donde las preguntas son amables y las respuestas pueden darse sin riesgo de tropiezos.
En definitiva, la Secretaría de Prensa no desapareció. Simplemente privatizó sus funciones y tercerizó la tarea en medios que, aunque se presenten como privados, cumplen un rol oficialista sin disimulo. Fin.