El reciente comunicado del PRO, titulado “Argentina vota en soledad, contra el resto de la humanidad”, desató una ola de críticas por su inconsistencia con las acciones y alianzas que la coalición ha mantenido desde la asunción de Javier Milei como presidente. En su mensaje, el PRO resalta la importancia de una “política exterior equilibrada”, afirmando: “No se trata de encolumnarse, ya sea con Estados Unidos o Israel, ni con China. Se trata de actuar con visión estratégica, priorizando los intereses nacionales y promoviendo relaciones diplomáticas que favorezcan el desarrollo y bienestar de Argentina, sin caer en dependencias o confrontaciones innecesarias“. Sin embargo, este posicionamiento contrasta fuertemente con el rol que ha desempeñado el partido desde que Milei llegó al poder.
Desde diciembre del año pasado, cuando Javier Milei asumía la presidencia por el partido La Libertad Avanza, el PRO ha sido un actor clave y funcional al gobierno nacional. La participación del partido en la estructura gubernamental se cristalizó con la asunción de Patricia Bullrich y Luis Petri en los ministerios de Seguridad y Defensa, respectivamente. Este movimiento marcó un alineamiento significativo entre el PRO y el gobierno de Milei, evidenciado también en el apoyo parlamentario que ha garantizado al Ejecutivo en momentos críticos.
El respaldo del PRO ha sido determinante en episodios legislativos clave. Cuando el gobierno de Milei enfrentó dificultades para alcanzar la mayoría necesaria en ambas cámaras, los votos del PRO fueron cruciales para avalar el veto presidencial a leyes sensibles como la reforma jubilatoria que habría ajustado los haberes a la inflación, y la ley de actualización del presupuesto universitario. Estos hechos revelan la verdadera naturaleza de la relación entre el PRO y el gobierno, desvirtuando la imagen de “independencia y equilibrio” que el reciente comunicado intenta proyectar.
¿Qué fue lo que sucedió en la ONU?
La votación del pasado lunes en la Asamblea General de la ONU es el último ejemplo de esta contradicción. Argentina, de manera aislada, votó en contra de una resolución destinada a prevenir y erradicar la violencia contra mujeres y niñas, mientras que el resto de los países, incluidos aquellos países que Milei desea tener de aliados, como Estados Unidos e Israel, respaldaron la medida o, en su defecto, se abstuvieron. Esta decisión no solo dejó al país en una posición política desventajosa, sino que también provocó un fuerte rechazo por parte de la comunidad internacional y sectores de la sociedad civil que ven en estas acciones un retroceso en materia de derechos humanos.
El comunicado del PRO, que llama a una política exterior “equilibrada”, parece ignorar que ha sido parte fundamental de las decisiones que han llevado a Argentina a tomar posiciones de aislamiento y confrontación en foros internacionales. La hipocresía de su postura se hace evidente al analizar su apoyo constante y su participación activa en la administración que ahora critican.
La pregunta que queda es si esta declaración del PRO es un intento de distanciamiento de cara a futuros escenarios políticos o si es simplemente una estrategia para mantener una imagen de pluralidad que no se sostiene en los hechos. Mientras tanto, la posición de Argentina en la comunidad internacional se sigue deteriorando, y la responsabilidad, lejos de ser exclusiva de un solo partido, es compartida por quienes han decidido apoyarlo incondicionalmente.