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La toma de tierras es una problemática al rojo vivo en el territorio bonaerense. Mientras los intendentes le piden socorro y soluciones al gobierno provincial por las usurpaciones, en los barrios la crisis habitacional parece agravarse en plena cuarentena, cuando más se necesita un lugar para cumplir la consigna de “quedarse en casa”.
En La Plata hubo 40 intentos de usurpaciones desde diciembre, cuando en los cuatro años anteriores se habían registrado apenas seis. Mientras las noticias muestran desalojos y preocupación política; la cara invisible es la de aquellos que no tienen casa y de los “apoyan” las usurpaciones de unos terrenos que, valga la redundancia, parecen ser “tierra de nadie”.
El domingo pasado, las fuerzas de seguridad desplegaron un fuerte operativo para “desactivar” un intento de toma de terrenos en la localidad de Lisandro Olmos. La intervención policial comenzó cuando decenas de personas, incluso familias con chicos, intentaron ocupar un predio de 3 hectáreas, dividiendo parcelas con sogas y postes de madera.
La policía no tarda en intervenir las usurpaciones y esta vez, en pocos minutos y a fuerza de balas de goma, los efectivos que arribaron al lugar en 10 patrulleros y autos particulares desbarataron lo que se había montado y un grupo de personas fueron detenidas, apuntadas como “cabecillas” de la toma de tierras ilegal.
“Quedate en casa”
En plena cuarentena por la pandemia del coronavirus, la consigna “Quedate en casa” para cumplir el aislamiento social, preventivo y obligatorio, parece ser un mal consejo para los que no tienen un lugar para vivir. Las usurpaciones son, a veces, una salida desesperada.
“La familia en cuarentena no te abre tanto la puerta”, confiesa uno de los “ocupas” que intentó llevar adelante una de las últimas usurpaciones en la capital bonaerense.
“Yo apoyo a la gente que quieren ocupar el lugar, porque lo necesitan, vienen a pelear un lugar para sus hijos, todos tienen familia”, expresó una de las vecinas de Olmos a INFOCIELO. “Todos los que estamos acá los apoyamos a los que quieren venir a ocupar”, agregó, evidenciando un costado de una toma de tierras que no suele mostrarse: la solidaridad de quienes prefieren un terreno tomado antes que ver gente en situación de calle.
“Nos vinieron a desalojar a la fuerza, sin una orden”, explicó Joel Porta, uno de los hombres que fue detenido en el marco del desalojo del domingo y aclaró: “Esta tierra supuestamente era fiscal, vino alguien sin papeles y nos sacaron a la fuerza. Lo que menos queremos es pelear porque tenemos chicos, lo único que pedimos es un lugar para vivir“.
“Yo entiendo que la gente dice ‘yo laburé 30 años para tener mi terreno’ y los felicito, a mí me gustaría poder hacerlo, pero hoy por hoy no tenemos las herramientas para comprar un terreno y tener una casa”, remarcó Joel y explicó: “No tenemos la plata, somos gente laburadora con familia que necesitamos un lugar para vivir”.
Las hectáreas que intentaron tomar las alrededor de 60 personas que fueron desalojadas durante el operativo, forman parte de un monte del que los propios vecinos de la zona reniegan: no está alambrado, se llena de basura y les causa inseguridad cada vez que tienen que atravesarlo para llevar a sus chicos a la escuela.
“La mayoría trabajamos en empresas que pagan el mínimo o directamente cerraron”, destacó y contó que él mismo trabaja por 10 mil pesos; una cifra que no le permite acceder a ningún plan de viviendas. “Que me den un préstamo que yo pueda pagar por mes, no queremos que nos regalen nada”, afirmó.
Pero además, mostraron el lado más cruel del desalojo de las usurpaciones: es que las personas no sólo tienen que volver a la calle en plena pandemia con chicos incluidos, sino que además, durante los violentos operativos se les secuestran los pocos bienes que tienen. “Nos secuestraron las herramientas de trabajo; los chicos que trabajan de remiseros se quedaron sin los autos, necesitamos trabajar”, lamentó Joel.
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