La figura de Jorge Sampaoli, por estas horas, desconcierta desde todos los puntos de vista: los futbolísticos, los humanos y los contractuales. Todo en él hoy genera dudas. Desde calle Viamonte los dirigentes de confianza de Tapia no niegan que ayer, en una reunión con el mandamás de AFA, el entrenador haya querido hablar de continuidad mientras que “Chiqui” le explicaba que la única salida era la dimisión al cargo.
Hay millones de por medio en ese contrato que hoy es el centro de atención y sobre el que se estaría llevando adelante la negociación necesaria para un salida que no hiera demasiado las ya dañadas finanzas de AFA. Sin embargo hay otro tema que gira alrededor y es saber cuál es el verdadero Sampaoli.
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¿Es el hombre que demuestra empatía por las causas populares?, ¿es el tipo desbordado que enfurece por un pedido de control de alcoholemia? o ¿es el frio entrenador que busca el más preciso detalle para dar una fría respuesta después de cada traspié deportivo?
El mismo Sampaoli que estrechó una sólida amistad con Pato Fontanet, el líder de Callejeros, a quien visitó en varias oportunidades durante su detención y que se mostró afín a la causa de las Abuelas de Plaza de Mayo es el mismo que, ante el pedido de un control de alcoholemia por parte de un oficial de la policía de Casilda su pueblo natal en Rosario, reaccionó con violencia y lo insultó haciendo hincapié en su sueldo “Me haces caminar dos cuadras, que te pasa boludo, cobrás 1oo pesos por mes”.
Al otro día llegaron las disculpas públicas (“El enojo en una discusión en la que yo tenía razón, me hizo decir palabras que no representan en absoluto ni mis convicciones ni mis creencias”) por un hecho desagradable que, en medio del fervor mundialista, quedó en segundo en plano y así siguió el entrenador hasta que las dudas se lo devoraron y terminó parando 11 formaciones distintas en 11 partidos previos a un Mundial en el que termino parando un equipo sin herramientas para doblegar a Francia en octavos de final.
El mismo Sampaoli que predijo la caída de Alemania (“No es candidata para mí, no me gusta como juega”) y que también vio venir la no clasificación de Chile al Mundial (“Si seguimos así, sin hacer nada, y no realizamos cambios profundos, es difícil que Chile llegue al Mundial de Rusia”) ante las reiteradas situaciones de inconducta en el plantel trasandino que venía de conquistar América de su mano.
Ese mismo Sampaoli fue quien quiso explicar la derrota en Rusia con la siguiente respuesta “Por ahí la identidad de la necesidad fue más fuerte que la identidad de la propuesta deportiva. Había una necesidad que generaba que esa obligatoriedad por ganar nos generaba por ahí más atención que la necesidad de involucrarse en una idea futbolística”.
Ese trabalenguas es hoy el equivalente a las dudas que genera su continuidad. Sampaoli hoy es una duda. Por decisión propia se metió en medio de una catástrofe natural como es la AFA, eligió salir de la zona de confort que le ofrecía el fútbol europeo para llevar las riendas de la Selección Nacional, pero no pudo más que obnubilarse con Messi en vez de guiarlo y aunque no lo declare fue el gestor de su propia debacle, previendo desgracias ajenas mientras se gestaba la propia.
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