Villa Epecuén Tenía todo para triunfar constituyéndose como uno de los destinos turísticos más importantes y exclusivos del país, pero en 1985 una inundación ahogó sus anhelos y sus proyectos. El municipio de Adolfo Alsina homenajeará durante todo el 2021 los 100 años de historia de un pueblo que, de un día para el otro, pasó del éxito a quedar en ruinas, sumergido bajo el agua.
Al cumplirse un siglo de la fundación de Epecuén, el Intendente de Adolfo Alsina, Javier Andres encabezó un homenaje y dio inicio a una serie de actividades que se extenderá durante todo el año con el fin de reconocer y de honrar al pueblo donde actualmente vive solo un habitante.
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“Son 100 años de historia de esplendor, tragedia y resiliencia. Nada, ni la tragedia más dramática, pudo ponerle fin a la historia de Epecuén. Mucho menos a su encanto. Epecuén tiene un encanto perpetuo, que lo convierten en un lugar único e incomparable”, afirmó Andres.
Junto a ex residentes el Intendente descubrió una placa “En homenaje a los pioneros que le dieron vida al pueblo y a los pobladores que continuaron escribiendo su historia”. La placa fue realizada por los ex residentes y colocada en el Portal de Entrada a la Villa Turística.
Allí también se descubrió un mapa realizado para la ocasión, en el que se ilustran los lugares más emblemáticos de Epecuén. El Intendente, junto a la Directora de Turismo, Vanesa Neubauer y la Secretaria de Cultura y Educación, Marcela Mateus presentaron el mapa que fue encargado a emprendedores locales.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando bailó una pareja integrante de la Peña Municipal la Fortinera con la música de la Zamba “ A mi bella y perdida Epecuén” escrita por Juan Carlos Echeverría e interpretada por el conjunto folclórico “Los de Maza”.
El encuentro finalizó una vez que los ex residentes, acompañados por el intendente, izaron la bandera en el predio del Club Gauchos.
La cautivadora historia de Epecuén
Ubicado al sudoeste de la provincia, a 536 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y a 557 kilómetros de La Plata, Epecuén supo competir como destino turístico con Mar del Plata. El lugar era elegido por las familias porteñas más adineradas, que se acercaban a disfrutar de los baños en la Laguna Epecuén.
Villa Epecuén se funda en 1821, año en el que Arturo Vatteone inaugura el primer Balneario en sus costas, que lo llamó “Mar de Epecuén”, y se empiezan a lotear los terrenos aledaños para conformar un pueblo.
La llegada del ferrocarril hacia 1899, fue un factor importante para que eso suceda: la localidad de Carhué, ubicada a poco más de 7 kilómetros, fue desbordada por una oleada turística que pobló importantes hoteles y comercios.
Otro factor importante fue que en 1909, una comitiva de especialistas enviada por la gobernación de la provincia reveló las propiedades curativas que poseía el agua salada de la laguna para sanar enfermedades reumáticas y de la piel.
A partir de ese momento, Epecuén no paró de crecer: se construyeron lujosas residencias, una gran cantidad hoteles, boliches e incluso empresas explotadoras de sal, de venta de barros curativos y jabones. Tal era el prestigio que tenía el pueblo, que llegaron a vacacionar allí celebridades como Sandro, Mirtha Legrand y Luis Sandrini.
Pero del esplendor y la gloria, devino la catástrofe. En 1985 llovió en seis meses más de lo que solía llover en todo un año. Eso, sumado al descuido por parte del Estado de las obras hidráulicas que se habían puesto en marcha a principios de la década de 1970 y que, por cuestiones políticas, fueron detenidas hacia 1976, durante el Gobierno militar, condujeron un desastre.
El terraplén de 4 metros de altura que se había construido para detener el paso del agua, no soportó y cedió ante el embate de la laguna, que creció de a un centímetro por hora. Si bien no hubo víctimas fatales y pudo ser evacuado, Epecuén quedó en ruinas y se convirtió en un pueblo fantasma.
Casi 20 años tuvieron que pasar para que el agua comenzara a bajar, dejando un paisaje completamente desolador. Apenas quedaron a la vista restos de los escombros o, en el mejor de los casos, algunas paredes o estructuras que lograron resistir en pie.
En 2015, al cumplirse los 30 años de la inundación, se colocaron unas placas amarillas conmemorativas, que indican qué comercio, hotel o vivienda se encontraba en cada lugar.
Actualmente el único habitante de la ex Villa Epecuén es Pablo Novak, un hombre de 90 años que, a bordo de su bicicleta oxidada, cada día recorre las ruinas y recibe a los turistas que se acercan a conocer las ruinas.
Fotos: Ariel Martínez
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