La precaria paz que alcanzó el peronismo bonaerense a partir de que Cristina Kirchner decidiera aceptar la estrategia electoral de Axel Kicillof se vio nuevamente amenazada esta semana, al calor de reuniones poco fructíferas y de algún nuevo desaire legislativo o, como prefieren llamarlo otros, un golpecito institucional.
Si no pasa nada raro, la Cámara de Diputados sancionará este miércoles la suspensión de las PASO -sólo para 2025- sin hacer lugar a las modificaciones del calendario que propuso Kicillof. En ese escenario, se prevé que entre el 7 y el 17 de agosto se ratifiquen alianzas y candidaturas para ambas elecciones -la de cargos nacionales, del 26 de octubre, y la de cargos provinciales, del 7 de agosto.
Serán 10 días de caos que pueden terminar en una ruptura total para el peronismo y que ponen en riesgo la posibilidad de un triunfo que la mayoría de los encuestadores vaticinan para la “madre de las batallas” electorales.
Que se desdoble y no se rompa
El kirchnerismo se prepara para cargarle esas culpas al Gobernador, por haber desdoblado la elección, pero los que se sientan en las mesas políticas del peronismo tienen otra mirada: “Máximo tensa para romper”, analizan.
Esa opinión es consistente con la actitud del kirchnerismo en las últimas elecciones intermedias: en 2013 hostigó hasta llevar a la ruptura a Sergio Massa. En 2017, entregó el sello del PJ para no darle la interna a Florencio Randazzo. En 2021, la flexibilidad -¿sumisión?- de Kicillof impidió el desastre al aceptar incorporar a su gobierno a figuras por demás polémicas. Ni siquiera ese gesto alcanzó para evitar el triunfo de Juntos por el Cambio.
Pero Máximo Kirchner no se corta solo. Al contrario, es la propia Cristina la que delega en su figura todo lo relativo a la elección provincial. Si el Gobernador quiere discutir algún aspecto del asunto debe dirigirse al hijo de CFK. Es el interlocutor designado.
Cristina, hay que decirlo, es la primera víctima de la estrategia camporista, a partir de la “pepemujicación” de su figura. El ex presidente Uruguayo solía reflexionar sobre sus propios fracasos: “Antes quería cambiar el mundo, ahora la vereda de mi casa”. La dos veces Presidenta de la Nación trabajó para erigirse en estadista de talla mundial y, si la cosa sigue así, terminará peleando por una diputación por la Tercera sección electoral, a solo efecto de disciplinar a un puñado de intendentes rebeldes.
La cosa tiene tan mala pinta que el clamor que se lanzó para posicionarla en esa grilla de candidatos tuvo una sola voz: la del intendente de Ezeiza, Gastón Granados, que se despachó con un tuit solitario y extemporáneo, en medio del duelo por la muerte del Papa Francisco.
El kicillofismo vela armas
Casi al mismo tiempo, el gobernador Kicillof recibía a una comitiva de intendentes ultra K. Mayra Mendoza, de Quilmes; Federico Otermín, de Lomas de Zamora, y Mariel Fernández de Moreno, se dieron cita en La Plata. La idea era bajar la espuma de la confrontación y empezar a escribir la letra chica de la unidad. De lo que pasó puertas adentro se sabe más bien poco: sólo trascendió que el encuentro fue “poco fructífero”, aunque algunas fuentes hablan de escenas de tensión.
El Gobernador empieza a tomar nota de esta actitud de sus rivales internos. En su mesa chica lo ven decidido a no dar el brazo a torcer. Muy a su pesar, porque implica romper con su propia historia política, mantendrá el rumbo trazado hasta ahora.
Sobre la mesa del Gobernador sobran opciones para armar una oferta electoral sin depender de la lapicera k. Tiene a disposición el Frente Grande de Mario Secco, la Unidad Popular de Cachorro Godoy, el partido Ganar que supo pertenecer a Alberto Fernández y otros sellos habilitados para conformar alianzas y presentar candidaturas si la ruptura deviene inevitable.
Massa y un solitario pedido de unidad
No es el único socio de Unión Por la Patria que saca cuentas. Sergio Massa trabaja por la unidad bajo la premisa de que buscará su propio destino si acontece el divorcio.
“Deberemos armar por afuera junto a otras opciones de centro”, sostienen en los cuarteles renovadores, craneando un espacio más parecido a lo que era el FR en sus comienzos, allá por 2013. “El abrazo entre Perón y Balbín. Reloaded”.
Hay que decir que a Massa posibles aliados no le faltan. Hay una parte del PRO que busca un destino para el caso de que el acuerdo Macri – Milei se cristalice en una propuesta electoral que los margine definitivamente. La UCR, que encuentra en el oficialismo nacional un límite político, también escucha ofertas.
Hoy la mayoría de las encuestas advierte que hay un escenario similar al de 2023. El peronismo en torno a los 40 puntos, La Libertad Avanza en torno a los 30 y el PRO con menos de 10. Hay una porción del electorado huérfana de representación, que no siquiera tiene intención de votar. ¿Buscará Massa arar en ese terreno infértil? Lo cierto es que mediar en una interna desquiciada no se presenta como una opción superadora.
Ni siquiera la muerte del Papa Francisco llamó a la reflexión a esa parte del peronismo. El argentino más importante de la historia dejó el plano terrenal tras un autoexilio de 12 años que era un mensaje en sí mismo.