En La Matanza, el distrito de la Tercera sección electoral y más populoso de la Provincia de Buenos Aires, la política parece moverse en círculos. Verónica Magario, actual vicegobernadora, y Fernando Espinoza, intendente, vuelven a recurrir a las candidaturas testimoniales: se presentan para cargos que no piensan asumir, pero que sirven para arrastrar votos y garantizar el control del poder.
El mecanismo no es nuevo. En 2017, Magario encabezó la lista de concejales y nunca asumió su banca. Espinoza hizo lo mismo en 2013 (había ganado la intendencia dos años antes y se presentó como candidato a concejal, cargo que no asumió), 2021(realizó la misma maniobra que en 2013) y estas legislativas repite la patraña legal priorizando su permanencia en la intendencia.
Ahora, en 2025, la historia se repite: Magario fue oficializada como candidata a diputada provincial por la Tercera Sección Electoral y Espinoza encabeza la nómina de concejales. Ninguno tiene intención real de dejar su cargo actual.
Desde Fuerza Patria no dieron argumentos sólidos para que Magario encabece, solo una muestra de poder del gobernador Axel Kicillof de poner una leal. Un estratega de FP avisa que “Si no era Cristina, debería haber sido Máximo o Mayra, que mide tal vez más que Magario y además iba a asumir la banca sacándole un argumento de la oposición de pegar con las testimoniales”, dando por sentado que Magario no va a dejar su rol de vicegobernadora ni titular del Senado.
Para colmo, Magario fue cuestionada por propios y extraños por su (des)manejo en el Senado. La parálisis y la falta de acuerdos la sufrió el Ejecutivo que se quedó sin leyes claves, como el mini presupuesto y endeudamiento, entre otros temas. La transparencia la sufrieron los bonaerenses, dado que cerró el palco de prensa, sesionando a escondidas en momentos claves, como cuando se aprobaron más de 190 vacantes para los veinte departamentos judiciales bonaerenses.
UN ENGAÑO AL VOTANTE
La pregunta es inevitable: ¿qué significa para el ciudadano emitir su voto por un candidato que no ocupará la banca? Esta práctica, aunque legal, supone un quiebre de confianza. El votante elige un nombre, un proyecto, una figura de referencia. Pero quien finalmente asumirá la banca será alguien que no encabeza la lista ni tiene el mismo nivel de exposición ni responsabilidad política.
En las últimas horas hubo pedidos ante la Junta Electoral, y hasta presentaciones de proyectos en la Legislatura, para que quienes se postulen declaren explícitamente si van a asumir el cargo. El argumento es claro: “No puede haber simulación, porque eso engaña al elector y vulnera el principio de buena fe en el proceso democrático”.
UNA ESTRATEGIA DE PODER
Las candidaturas testimoniales no solo engañan al votante: también son una herramienta interna de disputa política.
Magario busca fortalecer su espacio frente a sectores aliados al diputado camporista Facundo Tignanelli, que podría quedarse con la banca si ella renuncia. El hoy jefe del bloque oficialista también tiene objeciones sobre su candidatura dado que la ley permite solo dos mandatos consecutivos a cargos legislativos y Tignanelli va por su tercero.
Así, las boletas no representan solo una elección popular, sino una jugada de ajedrez para consolidar liderazgos y bloquear avances de rivales internos.
IMPACTO EN EL SISTEMA DEMOCRÁTICO
Cada nueva candidatura testimonial profundiza la desconfianza ciudadana. El mecanismo erosiona la transparencia institucional y reduce el voto a una herramienta instrumental al servicio de los dirigentes. Como en 2009, cuando Daniel Scioli ensayó la misma maniobra, la discusión vuelve a instalarse: ¿es legítimo postularse sin vocación de asumir?
La repetición de esta práctica en Magario y Espinoza muestra que no se trata de casos aislados, sino de una estrategia sistemática que prioriza el control político por sobre el compromiso con el votante.